El Chato Matta llegó al restaurante por un espectacular cordero al palo con papitas doradas, ensalada fresca y una jarra con emoliente tibiecito para bajar la grasita.

“María, recibí el llamado de gran Pancholón. ‘Chatito -me gritó eufórico- baja urgente a un sauna privado, funciona a puertas cerradas solo para gente elegante, nada de ‘sapos rabiosos’ ni largadores. Estoy con mi hermano, el exmagistrado Emilio Mendoza, y el goleador Nicolás Sánchez de la Asocación de Abogados del Callao. Estamos hirviendo a más de 60 grados con eucalipto, muña, romero, manzanilla y cáscaras de naranja’. Entré a la cámara de vapor y Pancholón me recibió con un cerveza. ‘Chato, tú sí eres barrio y varón. No como esos fuleros que te sonríen de frente y cuando te volteas te clavan el puñal’, dijo y mencionó al doctor Chotillo. ‘Estoy movido, tú sabes que el 2018 fui a Rusia a acompañar a mi selección y viví un fugaz romance con una hermosa chica de Moscú que dejó huella en este pechito. La belleza de las rusas me dejó impresionado, pero saqué a relucir mi carisma y floro para conquistarlas.

Conocí Saransk, Ekaterimburgo y al final Sochi, donde me enamoré de mi Pancholona rusa, así le puse porque su nombre era difícil de pronunciar, un amor. Para cautivar su corazón le relaté un gol de la selección de su país y se lo traduje por el celular, ella se emocionó y me dio un beso en la boca. Como ya había agarrado moral, puse a todo volumen: Con la misma moneda, te pagué infeliz/ ahora vas a saber lo que es ir por ahí/ a que se rían de mí, a que se burlen de ti/ y que te hagan la seña con los dedos así...

TROME - 'Pancholona rusa'
TROME - 'Pancholona rusa'

La salsa de Josimar le encantó a la coloradita y fui ganando terreno. Yo estaba en un hotel y ella me pidió que vaya a quedarme a su departamento para vivir juntos. Agarré mis chivas, le enseñé a bailar más salsa y en las noches campeoné con mi famoso ‘salto del chanchito’. Ella grabó un video y en su español masticado repitió varias veces: A Pancholón lo quiero mucho... La despedida fue muy triste. Le dije que tenía que regresar a Perú y que un día volvería. Ella llorando me abrazó del cuello, me besó y dijo: Pancholón, no me dejes... Ahora me ha contactado por Facebook y me dice que quiere venir a Perú para que la lleve a Machu Picchu’...

‘Todo está bonito, pero las amanecidas me están pasando la factura. Sufro de la próstata, el médico me ha dicho que no tome Viagra porque puede darme un infarto’”.

Pucha, ese señor Pancholón está mal de la cabeza. Su castigo es que se va a quedar viejo, solo y enfermo. Nadie lo va a cuidar. Me voy, cuídense.


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