
El Chato Matta llegó al restaurante por una sabrosa jalea de pescado y mariscos con cremas, rocotito molido y, para tomar, una chicha morada fresquecita. “María, me timbró al celular el gran Pancholón, amo y señor de la noche, la cochinadita y el dame que te doy.
‘Chatito, vente volando al sauna que el chinito Richard está cambiando las hierbas y va a poner cáscaras de naranja. Pero como siempre, cuídate de los envidiosos y mala leche’. Cuando llegué, el abogado más mujeriego estaba calato en la cámara de vapor, feliz pero agotado y ojeroso, tras su viaje a Cartagena y Barranquilla a donde fue para alentar a la selección.
Estaba rodeado de los abogados de la Asociación del Callao, el goleador Nicolás Sánchez y Koki Morante, el popular ‘Hígado’, quienes ansiosos le pedían que les cuente su travesía por tierras cafeteras.
‘Fui primero a Cartagena y ya me estaba esperando en el aeropuerto mi linda colombiana. Nos instalamos en el Hotel Islas Capri, que queda en Marbella al frente del mar. Mi ‘paisa’ (mujer nacida en Medellín) ni bien nos instalamos en el hotel ya quería que le haga mi internacional ‘salto del chanchito’, pero le dije ‘tranquila, mi hija, no te desesperes, todo tiene su momento. Tenemos cuatro noches para disfrutar rico’.
‘Así que nos fuimos a la discoteca Havana -continuó Pancholón-, que queda en la ciudad amurallada de Cartagena, donde se presentan las Mulatas del Caribe. Las cantantes, todas de color serio, me dedicaron la canción ‘Después de todo’. ‘Saludos para Pancholón, para el viejo zorro, para Trome’. Ahí empezaron a cantar y yo demostré mis dotes de buen bailarín:
‘Nos dejamos llevar por las dudas/ Cuando de veras, no había ninguna/ O nos dejamos llevar por el odio/ De los que viven siempre en un agobio/ Nos dejamos tender ese lazo/ Que casi siempre conduce al fracaso/ Y decidimos cambiar nuestras vidas/ Para vivirlas en nueva medida...’.
Nos amanecimos bailando y bebiendo ron. Ya había contratado un tour para conocer la isla Palmarito Beach, la chiva rumbera. La pasamos genial, pero ella solo quería que le haga el ‘salto del chanchito’. De ahí enrumbamos a Barranquilla a ver el partido de Perú contra Colombia en el estadio Metropolitano.
Después del empate me llevó a ver la estatua de Shakira y la Ventana al mundo. Le dije: ‘Ya falta poco para que llegue la hora’. Como dice mi amigo Toño Vargas, ‘La hora es la hora’.
Regresamos a Cartagena de noche y como el hotel queda al frente del mar, fui a darme un chapuzón. Cuando regresé a la habitación mi hermosura estaba echadita en la cama con babydoll. Me puse virolo, me dieron los tics y sacaba la lengüita. Estaba poseído. Dejé en alto el nombre del Perú. No se imaginan cómo quedó esa ‘paisa’ que quería venirse conmigo a Lima’”. Pucha, ese señor Pancholón no cambia. Por mujeriego va a terminar viejo y solo. Me voy, cuídense.
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