Susurran en La Posada cada vez que llega Pancholón.
Susurran en La Posada cada vez que llega Pancholón.

El Chato Matta llegó al restaurante por un tiradito de cachema y, de fondo, un chaufa de mariscos y pescado con cremas. Para calmar la sed pidió una jarra de chicha morada fresquecita. “María, me timbró al celular el gran Pancholón. ‘Chatito, vente al toque a la canchita de La Punta. Habrá un partidazo. Pero ten cuidado que no te vayan a seguir los ‘malaleche’ y envidiosos’.

Cuando llegué, el abogado mujeriego estaba eufórico porque había tenido un faenón con la ‘señora de las cuatro décadas’. Sus amigos y colegas de la Asociación de Abogados del Callao, como el goleador Nicolás Sánchez y Alfredito Zárate, estaban a su lado, a punto de entrar a la cancha.

Pancholón los arengó: ‘Muchachos, vamos a hacer chocolate, el dame que te doy, el uno dos. Este partido lo ganamos porque lo ganamos. Ya dejé bien a los varones y ahora somos pichanga’. Al término del encuentro, que ganó el equipo rojo por goleada al cuadro rosado, el abogado y sus colegas fueron a la tribuna.

Pancholón tomó agua y relató su aventura. ‘No he dormido nada, me fui a La Posada, pues le había prometido a la señora que le iba a hacer mi famoso ‘salto del chanchito’ escuchando salsa. Nos tomamos casi toda la botella de un ron XO Zacapa y yo estaba embalado. Apagué los celulares para que no me desconcentren las llamadas de la abogada tóxica venezolana, que se cree mi esposa’.

‘Puse ‘Corazón embustero’ de mis amigos de N’Samble para alegrar la noche. ‘Por lo que has hecho, yo quisiera despreciarte/ tener valor para poder llegar a odiarte/ pero mi corazón es embustero/ y miente para no gritar que aún te quierooooo’. Fue un faenón, lo malo es que en ese hotel ya me conocen y cada vez que llego con ella susurran: ‘Pancholón, ha venido con la asmática’.

Imagínate que el cuartelero me tocó la puerta porque los huéspedes no podían dormir y se escuchaba ah, ah, ah a varias cuadras. Bueno, la cuarentona estaba feliz y agotada.

Cuando nos pusimos a descansar, se acurrucó en mi pecho y me dijo: ‘Tú eres mi viejo zorro, tú me haces creer que se juntan las estrellas, el sol y la luna. Quiero gritar al mundo que soy tuya y que sepan que tú eres mi tigre, mi oso, mi león’.

Al escucharla me dio la pensadora: ‘Creo que le estoy dando mucho color al salir todas las semanas con ella, seguro que pronto va a ser peor que la abogada tóxica’.

Así que le dije: ‘Ya cámbiate, mami, y vámonos porque mañana tempranito tengo que jugar fulbito’. ¡Para qué le dije eso! Me reclamó indignada: ‘¡O sea que prefieres jugar en vez de estar conmigo!’.

Al oirla recordé cuando yo tenía 20 años y jugaba en la liga de fútbol de San Martín de Porres y una de mis enamoradas me pidió eso. Dejé jugar un año y fue una decisión tonta. Por eso estoy pensando terminar con la señora de las cuatro décadas.

A mi edad no puedo ser de una sola mujer. Cuando una chica me gusta, se me calienta el cuerpo, comienzo a hacerle juego de luces y le saco la lengüita. Amo el dame que te doy, el cuerpo a cuerpo. Soy de todas y de ninguna. ¡La pampa es para todos, papáaaaa!’”. Ese señor Pancholón es demasiado cochino y sinvergüenza, y acabará viejo y solo. Me voy, cuídense.

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