El Chato Matta llegó al restaurante por una deliciosa causa rellena y un escabeche de pollo con presa grande y huevito duro. Para bajar la comida, se pidió una tacita de anís. “María, me timbró el gran Pancholón. ‘Chatito, tú eres mi hermano, acabo de llegar de Estados Unidos. Tengo un regalito para ti porque eres caballerito y no largador ni desleal. Además, no se te van los ojos con mis trampitas. Baja urgente que voy a abrir un Cartavio X0’. Cuando llegué, el ‘Gordito’ cantaba a todo pulmón uno de sus temas preferidos, un clásico de Roberto Blades: ‘Él es joven, atractivo y tiene tremenda voz/ donde vaya le piden siempre por su autógrafo/ en las revistas populares publican su foto y lo rodean mujeres y gente que dicen que son sus amigos./ Esa es la dicha de ser famoso/ mientras tengas dinero y la fama/ tienes de todo, tú ve/ esa es la dicha de ser famoso/ mientras tengas dinero y la fama/ tienes de todoo...’. ‘Causita, ese Chotillo ahora me maletea con que estoy viejo, pero nunca me llegará a los talones. Me di la gran vida en Las Vegas, alojado en el hotel casino Excalibur, es un hotel 7 estrellas, a la hora que ingresas parece que estuvieras ingresando a los parques de Disney. Estuve con mi ‘brother’ Onur, del Poder Judicial del Callao, quien será mi sucesor, mi hijo en este mundo de ‘atrasadores’, ‘apretones’, ‘hinchas’, ‘paños de lágrimas’ y ‘centradoras’. La pampa es igual en todos lados. En Las Vegas se nos acercaban para ofrecernos chicas de todas las nacionalidades. Ninguna bajaba de 200 dólares, pero yo no estoy para pagar capricho.
Si hubiera estado Chotillo, fijo que abría la billetera porque no tiene carisma ni sangre para la canallada. Solo es paganini y eso no corre. Chatito, a una trampita nunca la acostumbres a las monedas, gasta lo necesario para que tú te diviertas, sino te ven como monto, como sponsor y eso es para los idiotas. Llevo cerca de 30 años caminando de noche, la próstata la tengo como una pelota de béisbol y el doctor me ha mandado baños de asiento con agua de llantén. No me creo ganador, porque el tramposo gana y pierde en la calle. Algunas mujeres dejaron huella en este pechito. Cindy medía 1.80, con un cuerpo de perita. La carne es débil y perdí la cabeza por ella, hasta mi señora se dio cuenta. En una noche de lujuria me dijo: ‘A nadie le he entregado todo mi cuerpo como a ti. Todo, Pancho... hasta mis orejitas son tuyas, mi tigre’. Pero era fulera, pues sabiendo que yo estaba casado, me chupeteaba el cuello. Una noche rompió un vaso y me encaró con los ojos desorbitados: ‘O dejas a tu mujer o me corto las venas, maldito’. No sabía cómo sacármela de encima hasta que un día se apareció un peruano que vivía 20 años en Estados Unidos y tenía más billete que el ‘Rey de los casinos’. Se enamoró locamente de Cindy. ‘Panchito, escoge, o te quedas conmigo o acepto a Ronny, quien me ha propuesto matrimonio. Dice que no importa que no lo quiera, está loco por mí’. Le canté la cruda. ‘Cindy, aprovecha. Yo soy callejero, nunca me he enamorado y moriré así. Cásate con esa billetera gruesa y si te he visto, no me acuerdo’. Ahora, ella está bien casada, tiene un hijo y vive en Estados Unidos”. Pucha, ese Pancholón es un cochino mujeriego. Nunca respetó a su señora. Me voy, cuídense.
Si te interesó lo que acabas de leer, puedes seguir nuestras últimas publicaciones por Facebook, Twitter, y puedes suscribirte aquí a nuestro newsletter.