La Seño María

Pancholón sufrió por la Toffy

Ese señor Pancholón jamás aprenderá. Es un mujeriego cochino y sinvergüenza, y por eso acabará viejo y solo
Trome | Jeinson Manuel saluda a Pancholón

El Chato Matta llegó al restaurante por una sabrosa parihuela de mariscos con pescado, acompañada de arrocito blanco, limón, rocotito, y para tomar un emoliente calientito. “María, el gran Pancholón me timbró al celular. ‘Chatito, somos los que somos, abre que voy, la pampa es para todos. Vente para el sauna privado, solo cuídate de los puñaleros y envidiosos’.

Cuando llegué, me abrazó en la cámara de vapor. ‘Chatito, estuve en La Caleta de Chucuito, de mi hermano Gabriel. Fui a comer un rico cebichito después de asistir al espectacular show de Jeison Manuel, ‘El diamante del amor’, que es la sensación del momento y a quien le pedí en Barranco Bar que interprete una canción que me trae muchos recuerdos: ‘Un buen perdedor’, de Franco de Vitta.

El salsero de moda es un tipazo y, ante más de cinco mil personas, exclamó: ‘Pancholón, viejo zorro, esto es para ti, con mucho cariño’. Y se arrancó con el clásico: ‘Sé que piensas marcharte, ya lo sé/ y no te detendré/ Pancholóoooon/ haz lo que tú quieras/ para la gente del Trome/ sin embargo, recuerda que yo estaré aquí/ en el mismo lugar y si solo tienes ganas de hablar/ con gusto escucharé/ Pancholón/ Y si él supo darte más amor/ supo llenarte más que yooo/ claro que sé perder/ claro que sé perder’. Al terminar de cantar una lágrima corrió por mi mejilla. Todos me ven ganador, con carro del año, cadenas de oro y dólares, pero uno es varón y parador.

Se me vinieron a la mente muchos recuerdos que marcaron mi juventud. Entro al túnel del tiempo, como decía mi hermano el Búho. Era 1985 y yo jugaba en Primera, en la Liga de San Martín de Porres defendiendo al Club Chocano, y los partidos se jugaban en el estadio José Granda.

Yo era el 9, el jugador diferente, técnico y goleador, pateaba fuerte y hacía goles con los dos pies, era el terror de las defensas rivales y ese año estaba con la mujer más bella de San Martín de Porres, La Toffy, a quien llevaba al estadio agarradita de las manos y recibía elogios por todos lados, ya que también estaba estudiando Derecho.

Un empresario cazador de bailarinas le puso la puntería a mi chica y comenzó a afanarla cuando yo no estaba con ella. Le comió el cerebro y le dijo que si se iba con él, iba a ser famosa, tendría carros, plata y viajes por el mundo. Un domingo que iba a jugar la final de la Liga de San Martín, no me acompañó, nunca la encontré, lo que me causó extrañeza. Jugué mal y perdimos la final porque no estaba concentrado en el partido, estaba pensando en La Toffy, mi cabeza estaba en otro lado.

Ni bien sonó el pitazo final, me fui raudamente a su casa y me di con la sorpresa de que estaba con el empresario cholón, que andaba con pistola. Ella me atendió afuera de su casa y terminó conmigo. Ese año la canción que estaba de moda era ‘Un buen perdedor’ y al escucharla lloraba y la cantaba a todo pulmón. Me dolió esa traición. Por primera vez perdí, supe lo que era que te rompan el corazón.

Después de muchos años la vi y me crucé con ella por la Corte del Callao. Estaba destruida, me quiso hablar, pero solamente le hice un gesto de saludo con la cara y dije: pensar que por esta mujer sufrí mucho. Ahora no es nada y a mí me regalan amor todas las noches en La Posada’”. Pucha, ese señor Pancholón jamás aprenderá. Es un mujeriego cochino y sinvergüenza, y por eso acabará viejo y solo. Me voy, cuídense.

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