
El Chato Matta llegó al restaurante por un rico chanchito en caja china con papitas doradas, ensalada fresca y ajicito molido. Para la buena digestión se tomó una jarra con hierbaluisa calientita. “María, creo que el gran Pancholón ya está mal de la cabeza, porque todo lo ve sexo. Solo piensa en irse a La Posada para hacer su famoso ‘salto del chanchito’, se pone virolo cuando ve a una mujer que le gusta, saca la lengüita y repite sus famosas frases: ‘Dame que te doy’, ‘la voy a hacer mía’, ‘abre que voy’, ‘vete, vete, es para mí’.
El viernes me timbró para invitarme un trago. Me contó que se había peleado con la tóxica porque es demasiado enferma de los celos, le había arañado la cara y le gritó: ‘Ya nunca me volverás a ver, gordo cochino, nadie te va a cuidar como yo’. Y lo bloqueó en el celular.
Como el gordito estaba molesto, llamó a la ‘Señora de las cuatro décadas’, compró una botella de ron y se amaneció en el hostal de los infieles con su ‘incondicional’ que siempre está disponible cuando la llama. Salió del hotel y me mandó un mensaje.
‘Chatito, deja tu carro, baja urgente al sauna privado, pero cuídate de los envidiosos y ‘mala leche’. Vente volando porque la cámara de vapor está buenaza. El chinito Richard está poniendo hierbita fresca’.
La cámara hervía a más de 50 grados. El abogado mujeriego me abrazó. Tenía un tremendo collar de oro en el cuello. ‘Chatito, han pasado tres años desde que me divorcié de una mala mujer, soy libre, viajo por el mundo, tengo camioneta 4x4, me llueve la chamba, pero no soy feliz. Qué importa, la vida es una sola, nunca voy a cambiar. Te cuento que la abogada tóxica se arrepintió y me empezó a mandar audios de ‘wasap’ llorando. Me dio pena y la perdoné. Lo malo es que se alucina mi esposa. ‘Panchito, ven a la casa, te he preparado algo rico para ti’, me dijo toda zalamera. Nos pusimos a tomar. Los tragos subieron y puse un video de mi cantante preferido, el gran Cano Estremera cuando interpretó ‘El incomprendido’ en la Ferrer de la avenida Faucett.
Allí estuvo este gordito: ‘Oye, ese soy yo/ Yo, yo, yo, creo que voy, solito a estar cuando me muera/, he sido el incomprendido, ni tú ni nadie me ha querido querido tal como soy/ Yo, yo, yo, solo estaré y juraré que cuando muera, chalaco, aún así con mis presagios pondré tu nombre flor de labios y moriréeeee...’.

El trago me subió, la saqué a bailar, la apreté fuerte y le susurré al oído: ‘Te amo, mi tóxica, gracias por cuidarme’. En eso le dio un ataque de celos y empezó a gritarme: ‘Oye, viejo zorro, marica, ya leí tus mensajes en el ‘wasap’ cuando te quedaste dormido, eres un maldito cochino, te fuiste a La Posada para revolcarte con esa vieja’.
Yo le respondí: ‘Qué te pasa, mi amorcito, ya he cambiado. Ya estoy plantado como Domínguez’. Pero nada. Estaba poseída por el demonio. Mejor me olvido de esta mujer, ya no estoy para enfermas de los celos’”. Qué cochino y sinvergüenza es ese señor Pancholón. Nunca va a cambiar. Va a terminar viejo y solo. Me voy cuídense.
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