
El Chato Matta llegó al restaurante por un adobito de chancho con arroz bien graneadito, camotito y su ajicito molido. Para calmar la sed pidió una jarrita con agua de cebada tibiecita. “María, te cuento que el gran Pancholón me invitó a tomar un rico Cartavio X0, después de un viaje relámpago a Trujillo donde tuvo una diligencia judicial y salió ganador. Al día siguiente fuimos a su sauna privado. ‘Chatito, somos los que somos, pero cuídate de los ‘sapos rabiosos’, envidiosos y ‘mala leche’ que son tan poca cosa que solo sirven para envidiar y desear el mal. Vente volando porque la cámara de vapor está buenaza. El chinito Richard está poniendo hierba fresca’. La cámara hervía a más de 50 grados. Apenas entré el abogado mujeriego y partidor me abrazó. Tenía un tremendo collar de oro colgado en el cuello. ‘Chatito, tú eres mi hermano. Ya son dos años que estoy divorciado de una mala mujer, viajo por el mundo a ver los partidos de mi selección, tengo camioneta 4x4, me llueve la chamba, pero a veces la procesión va por dentro. La vida es una sola, papá... Me contrataron para un casito y tuve que volar a Trujillo. No lo pensé dos veces y también le saqué pasajes a un amorcito de mi rico Callao que me hace el amor y no es intensa ni loca. La pasamos bien y cada uno sabe a lo que va.
Pero la tóxica acaba de regresar de Venezuela y, pese a que me juró que ya no me iba a celar, se alucina mi esposa. En eso sonó una canción clásica de El Gran Combo: ‘Así son las mujeres, así son cuando se quiere/ Tú me dejaste a mí, pero pensando que yo era pobre/ Y te paseas por ahí, pero cambiando oro por cobre/ Ay que era como son (así son las mujeres)/ Pero que mira cómo son (así son cuando se quiere)/ Alcé mi copa de vino para brindar por tu ausencia/ Sé que nunca me quisiste y ayer amor no hay ausencia (así son las mujeres)/ Mira cómo son, mira cómo son (así son cuando se quiere)’. Allá en la ‘Ciudad de la eterna primavera’ demolí el hotel con mi chalaquita y la hice feliz con mi ‘salto del chanchito’. Nos despedimos en el nuevo aeropuerto y dije: ‘Todo salió bacán’. Al día siguiente me encuentro con la tóxica y de frente recibo un cachetadón. ‘Oye, viejo zorro, marica, ya leí tus mensajes en el wasap cuando te quedaste dormido, eres un maldito cochino, te fuiste a Trujillo para revolcarte con esa mujerzuela’. Yo le respondí: ‘Qué te pasa, mi amorcito, ya he cambiado y sería incapaz de engañarte’. De respuesta recibí un manotazo con sus uñas y me dijo: ‘Qué cínico que eres, tú nunca vas a cambiar, perro’. En eso me volteo y ¡fua!, me tiró un cachetadón que sonó en toda mi casa. Mejor me olvido de esta mujer, ya no estoy para enfermas de los celos’”. Pucha, ese señor Pancholón es un tremendo cochino y sinvergüenza. Nunca va a cambiar. Terminará viejo y solo. Me voy, cuídense.








