Pancholón se despertó en su casa y pensaba que estaba en La Posada.
Pancholón se despertó en su casa y pensaba que estaba en La Posada.

El Chato Matta llegó al restaurante por un tiradito de corvinilla y un chaufa de mariscos. Para beber se pidió una jarra de limonada con hierba luisa. “María, el famoso abogado chalaco ‘Kalulo’ y el valiente suboficial Godito me mandaron un mensaje de texto. ‘Chatito, estamos preocupados. Baja urgente a nuestro point secreto, Pancholón está mal’.

Llegué y ‘Kalulo’ estaba pensativo. Godito miraba al vacío. ‘Causita’, me dijeron, Pancho ahorita está sedado, pues entró en shock. El viernes estaba durmiendo plácidamente en su casa con su pareja, y en eso se levantó de un salto a las 3 de la madrugada. ‘Amochito, me voy. Tengo que llegar a mi casa antes de que amanezca, sino mi mujer me mata. Toma 20 soles para tu taxi, yo te llamo’.

Su señora lo agarró a cachetadones. ‘Oye, cochino de m…, esta es tu casa, ¿de qué ‘Posada’ hablas?’. El maestro creía que estaba en el hotel con su bailarina de San Miguel. Pero esa fue la gota que derramó el vaso. Desde hace tres meses, Panchito sufre lo que los psicólogos norteamericanos denominan ‘el síndrome del infiel’.

Ya está perdiendo la noción de la realidad y se está volviendo paranoico. Por ejemplo, la vez pasada llegó del trabajo a su casa y su empleada le abrió la puerta. Pancho le dio cien soles, sacó su DNI y le dijo: ‘Dame la mejor habitación con jacuzzi y súbeme dos cervezas heladitas’. ¡Imagínate, y eso que no estaba mareado!

Según los estudios, ese síndrome también lo padeció el gran actor Michael Douglas, después que filmó ‘Atracción fatal’ y ‘Bajos instintos’ donde tenía relaciones todos los días con mujeres diferentes. Pancho agarró la costumbre de ‘ir de cacería’ con su tremendo camionetón a San Martín y el Callao.

Después de brindar y escuchar música, se encerraba en ‘La Posada’. Está enfermo de sexo. Por eso siempre lo veíamos cansado y ojeroso. No respeta ni la cuarentena. Hace unas semanas, por su cumpleaños, sus amigos le organizaron una encerrona con la bailarina de la televisión, la ‘actriz’ que chambea en el banco, la ‘diabla’ que vive por la Fiscalía y las ‘tremendas’ de Ripley.

En pleno tono, le dije: ‘Maestro, su regalo está en la suite’. Marita, su bebita preferida, lo esperaba en la cama de agua con un babydoll espectacular de color rosadito como su amado Sport Boys. No duró ni dos minutos y se quedó dormido.

Cuando despertó me dijo: ‘Hijo, sé que soy la envidia de muchos. He tenido los mejores pantaloncitos y armo las mejores encerronas, donde siempre fui el rey. Pero en estos días me siento muy mal. Cada vez que suena mi celular, salto hasta el techo. Los médicos no dan con mi enfermedad. Confundo los tiempos y lugares. Cambio de nombres a las mujeres que están conmigo.

Creo que me han hecho brujería, no sé si llamar a Hayimi, a El Huachano o al Maestro Huanuqueño. Siento que una mujer me persigue para atacarme con un cuchillo. En las noches tengo pesadillas, me levanto sudando. Tengo miedo de que me graben o salgan mis audios en el programa de Magaly o ‘Peluchín’.

La otra vez le dije a mi mujer en el cuarto: ‘¡Señorita, por qué no cambian las sábanas. Están sucias, me voy a quejar al administrador que es mi causa!’. Pucha, ahorita está en cura de sueño. Ojalá salga bien de esta, porque Pancholón encima está mal de la próstata y el otro día le dio taquicardia”. Pucha, qué tal historia y qué triste final para un mujeriego. Me voy, cuídense.


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