El Chato Matta llegó al restaurante por unos tallarines rojos con pollo, presa grande, y su papa a la huancaína con huevito duro y aceituna. Llegó haciendo bulla con la música a todo volumen en su carrito, con la clásica salsa ‘Como tú’ en versión de Zaperoko: ‘... Como tú, soñaba alguien como tú, alguien que de pronto cambiara mis sueños, mi suerte y llegaste tú/ alguien que me hiciera el amor como tú...’. “María, el gran  me timbró el jueves. ‘Chatito, me voy a retirar a mis cuarteles de invierno un par de semanas, los tramposos también hacemos una pausa, pero esta noche es la noche. Hoy es la despedida. Te llamo para ver si te apuntas con unas colombianas que están buenazas, lo malo es que son muy sangronas y creen que están con el ‘pizzero’ que paga capricho’. ‘No pasa nada’, le dije al abogado mujeriego. María, te juro que apenas termino de trabajar, me baño con agua calientita y de frente a mi camita para ver una película. Estaba tranquilito, pues la semana pasada viví una pesadilla. Tú sabes que yo no soy como el gran Pancholón, que le va a todo lo que se mueve. El gordito es todo un personaje y me confesó que él siente más placer cuando está con una mujer que tiene novio.

Pero bueno, te contaba que el otro día me iba a mi casa y me timbró Palomita, quien fue mi novia por varios años. Sabía que se había casado, divorciado, y luego se había vuelto a casar con un empresario maderero. Me asombró que me llamara, pues ella, cuando tiene una relación con alguien, borra de su chip a sus antiguos amores. ‘Chato, para mis parejas, yo no tengo pasado’, dijo. ‘Ya no te acuerdas de las pobres. Quiero hablar contigo. Es urgente. Nos encontramos en Petit Thouars, pero no vengas con tu carro’. Llegué y la encontré sentada en un tremendo camionetón. Del saque me metió un chape bravazo, como en sus mejores tiempos. ‘No sabes cuánto te he extrañado’, me dijo y se sentó sobre mis piernas y subió las lunas polarizadas. ‘Oye, ¿y tu esposo, el empresario?’. ‘No, ya no pasa nada. Se fue y me dejó el muy maldito. Ahora ando solita y con suerte. Estoy soltera y hago lo que quiero, porque antes de irse me dejó 50 mil dólares. Chato, ya me contaron que tú sigues solo, eres libre, yo también. Vivamos juntos. No te preocupes por la plata, te voy a regalar un carro del año para que trabajes en el hotel de un amigo mío’. La verdad es que me emocioné. No podía creer mi suerte. ‘Ahora recordemos los viejos tiempos en ese hotelito pulgoso donde me llevabas’, y se lanzó encima de mí. Después del faenón, me dejó en mi casa. Ni bien llegué a la puerta, recibí un puñetazo en la cara que me tumbó. Un cholón de 1.80 me puso una pistola en la boca. ‘Causa, yo no avanzo. Tengo dos hijos, qué pasa’, le imploré. ‘Agradece que el hombre solo mandó a meterte un ajustón, pero si te volvemos a ver con Palomita, vas a terminar bajo tierra. Ya sabes’. Me fui directo donde Pancholón, que me prestó uno de sus depas para que me esconda”. Pucha, qué tal historia del Chato. Me voy, cuídense.

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