El Chato Matta llegó al restaurante por una sabrosa papa a la huancaína y su arroz con pollo, presa grande, con rocotito molido. Para beber, se pidió una jarrita de cebada al tiempo. “María, el jueves estaba cansado porque el Argentina - Perú me llenó los bolsillos. La gente estaba como loca en las calles. Ya me iba a mi casa y me timbró el gran , amo y señor de la noche, de la cochinadita y el dame que te doy.

‘Chatito, tú eres mi hermano. Disfruté con una rica parrillita el histórico empate en ‘La Bombonera’ y ahora viene lo bueno con la orquesta. Fue una encerrona de aquellas y estoy molido’. Cuando llegué al local, el abogado mujeriego tenía una botella de Cartavio XO en la mano y cantaba a todo pulmón ese gran tema de mi tío Polo Campos: ‘Cuando despiertan mis ojos y veo/ que sigo viviendo contigo, Perú/ Emocionado, doy gracias al cielo/ por darme la vida contigo, Perú/ Tú eres muy grande y siempre lo seguirás siendo/ pues todos estamos contigo, Perú/ Sobre mi pecho llevo tus colores/ Y están mis amores contigo, Perú/ Somos tus hijos y nos uniremos/ y seguro que triunfaremos contigo, Perú...’. ‘Chato -me dijo-, me estoy quedando solo como un perro, porque las esposas de mis amigos abogados me detestan. Dicen que soy un sinvergüenza, cochino y mala compañía. Soy un mal ejemplo para los jóvenes, lo reconozco. La mamá de mi hijo me llevó donde un doctor para curarme la adicción al sexo y el psiquiatra me dijo que era un caso imposible. Me quise levantar a su secretaria. Los abogados del Callao me animaron a alentar a la selección.

Cuando llegué, me di con la sorpresa de que había unas colombianas mamacitas. Allí me embalé y recordé mis épocas de cuando era el mejor narrador del Perú. Ganaba miles de dólares y viajaba por toda Sudamérica, gritando los goles de Perú. ‘Avanza Cuevita, la para de pecho, la baja con clase, toca para la ‘Culebra’, barre con varios defensas, la toca para Paolo, dispara y gol, y gol y gooooollllll’. Por mi madrecita, estoy llorando por mi Perú... Me metí al bobo de todas las chicas. Como se me salieron las lágrimas de la emoción, unos ‘bomboncitos’ fueron a consolarme. ‘Gordito, eres lindo’, me dijo una ‘paisa’ más rica que Milett. Una guiñada de ojo, una sacada de lengüita, mi tarjetita de abogado colegiado y campeoné. La llevé en una a mi camioneta y dije: ‘Voy a dejar bien a los peruanos’. ‘Sigue Panchito, dale. Eres un toro, más que Paolo... ya estamos en el Mundial. Buuuu, grrrr, huummm. Así, dale...’.

De allí ya no recuerdo nada, de lo último que me acuerdo es que estaba pensando en el gol que le haremos a Colombia y ¡plummm!, aparecí al día siguiente en mi casa y mi señora me hizo tal escándalo que llegaron dos policías’”. Pucha, ese señor Pancholón se pasa de sinvergüenza. No respeta a nadie y encima acabó con la cara toda arañada. Me voy, cuídense.
María

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