El Chato Matta llegó al restaurante por un cebiche de fortuno y un arroz chaufa de mariscos con una limonada frozen con hierbabuena. “María, me mandó un mensaje el gran Pancholón. ‘Chatito, vente a mi sauna privado. Estoy abriendo un ron colombiano, pues acabo de regresar de Medellín, a donde fui a celebrar que ya estoy en base 5. Conocí a una mamacita y me volví a enamorar’.
Cuando llegué al sauna, Pancholón me abrazó y me dijo ‘tú eres mi hermano’. ‘Chatito, volé a Medellín con los abogados del Callao. Hicieron un tour para conocer el peñón de Guatapé, la Comuna 13 y contratamos la ‘Chiva rumbera’, que es el ‘bus parrandero’ de Lima.
Para abordar dicho vehículo teníamos que ir a la carrera 70 y justo donde estaba estacionado el bus había un ramillete de cinco bellas monumentos, eran ‘paisas’, como llaman a las mujeres de Medellín. Me acerqué, hice juego de luces y las invité a celebrar mi cumpleaños.
‘Ustedes son las elegidas para pasarla lindo, suban a la ‘Chiva rumbera’, somos los que somos, la noche es joven, dame que te doy’. Ellas respondieron: ‘¡Qué chimba. Hágale pues, papacito’. Pagué la entrada por las cinco, 250 mil pesos colombianos y los abogados del Callao se quedaron sorprendidos de que las haya convencido.
Empezaron a salir los aguardientes y bailábamos a todo volumen las canciones de Karol G, vallenatos y salsa. En eso, el ‘Patrón del bien’, Nando, me pidió que relate un partido de la selección peruana enfrentando a Colombia. Los relatos deportivos son una de mis armas para atraer a las mujeres. Eso y mi clásico ‘salto del chanchito’ que ya es internacional. Estábamos pasándola hermoso, cuando comenzó a sonar mi celular de forma insistente.
¡¡Era la abogada venezolana tóxica!!, que me llamaba furiosa desde Lima y, dejaba mensajes. ¡Qué estás haciendo, ‘zorro viejo’, seguro andas con tus mujerzuelas. ¡Dios míoooo! Una de las paisas se dio cuenta y me dijo ‘Moooor, quién es la pelada que te llama e interrumpe en estos momentos tan lindos’.
Sonreí, saqué la lengüita y le dije ‘no pasa nada, la vida es una sola’. Y la ‘paisa’ me contestó con voz melosa: ‘Mooooor, claro. Solamente vamos a pasarla rico y sabroso’. Así que comencé a relatar emocionado: ‘Se va el ‘Pibe’ Valderrama, levanta la mirada, la pasa a Freddy Rincón, dispara y gol, gol, gol de Colombiaaaaaaaaaaa, Colombiaaaaaa, Colombiaaaaaa. ¡¡Fredy Rincón que estás en el cielo, te digo gracias por poner en mi vida esta linda paisa!!’.
La paisa que me gustaba se quedó impresionada con mi relato vibrante. Luego bajamos de la ‘Chiva rumbera’ en Provenza, que es una de las calles más cool del mundo. El chofer nos dijo que teníamos dos horas para rumbear, nos esperaba y retornaríamos a la calle 70, punto de inicio de nuestra travesía.
Agarré de la mano a la paisa y me aparté de los ‘bogas’ del Callao. Ingresamos a una discoteca donde empezamos a bailar pegaditos. Ahí le empecé a decir en la orejita: ‘Vamos a un hotel en la parte más alta de Medellín, para ver la ciudad y hacerte el salto del chanchito’.
La paisa respondió de inmediato: ‘Hágale pues, papacito’. Chatito, solo te puedo decir que dejé muy bien a los peruanos en tierras cafeteras. Pero como dice el gran Héctor Lavoe, todo tiene su final. Le dije que tenía que retornar al Peru. La paisa, llorosa, me respondió: ‘Mi moooor, cómo te vas a ir ya. Voy a extrañar todo de ti, Pancholón hermoso. Tu salto del chanchito y tus relatos de fútbol.
¡Ay, papacito, no te vayas, quédate unos días más!’. Pero yo tenía que regresar a Lima donde me espera la abogada tóxica’”. Ese señor Pancholón nunca va a cambiar. Es un cochino y sinvergüenza. Va a terminar viejo y solo. Me voy, cuídense.