El Chato Matta llegó al restaurante y pidió un cebichito de cojinova con choclo y ají limo bien picante. De segundo, un arrocito con mariscos y quesito rallado encima. Y para tomar una jarrita de chicha morada. “María, el viernes estuve en el sauna privado con el gran Pancholón, quien a más de 50 grados en medio de eucalipto, manzanilla, muña y hierba luisa se confesó conmigo.
‘Chatito -me dijo-, veo casos de la vida real que no los entiendo. Ese ‘Chelero’ termina con su esposa, la madre de sus hijos, y está como quinceañero, se luce por todos lados con la mujer con la que se veía a escondidas durante años. Ya no entiendo nada de este mundo moderno y eso que soy caminante de toda la vida y mis ojos han visto de todo.
La vida es un sube y baja, y el varón debe estar preparado para todo. Recuerdo que tuve mi época de oro en la radio. Ganaba miles de dólares y viajaba por toda Sudamérica. Siempre estaba rodeado de un montón de hinchas y ‘chupes’ a los que paraba trago y comida en juergas que duraban varios días.
En ese tiempo me pegué con una flaquita del Callao que me calentó la cabeza. Me pegué. Pero, a la vez, desfilaban varias mujeres por La Posada. Estaba loco de lujuria. Las quería poseer a todas, estaba enfermo de sexo. De un momento a otro lo perdí todo y casi me voy pa’ La Habana. Ahí desaparecieron todos esos ‘camarones’ que me pasaban y sonreían.
Pasé épocas duras, la publicidad de la radio se fue al piso y los dólares ya no entraban a la caja. Casi me embargan mi carro del año. Pero siempre fui recursero, hábil y me volví a levantar. En la vida hay que estar preparado para todo, Chato. A comer caviar, lenguado, lomo fino y también tu pan con huevo frito. El hombre debe ser parador, así como en el amor. El tramposo gana y pierde en la calle.
Muchachos, hay que tener cuidado para hacer sus cosas, no se regalen para que no los ampayen. A mí me dan risa esos sonsos que ahora que abunda la tecnología se dejan descubrir. He tenido mujeres ricas y locas, que quisieron incendiar mi carrito rojo, conocido como ‘la sartén’.
Hubo otra que en la comida me metía pepas para que me quede dormido y no salga. La más loca era la ‘Burrier’, que se paraba en la puerta de La Posada para que no me vaya y yo tenía que llegar a mi casa. Meterse con una enferma de celos es vivir un infierno porque va a estar contigo echada en el cuarto, va a ver fantasmas y te puede clavar un cuchillo.
Por eso tengo pesadillas con la ‘tóxica’. La cosa es muy sencilla. En la vida tienes que ser full cerebro, pensante. Veo a causas que están sufriendo por el engaño, pero les aconsejo que no perdonen. Pegarla de buenitos y comprensivos no corre. No se puede dormir con el enemigo. Las cosas son simples en la vida: blanco o negro, es o no es, me amas o no, estás conmigo, me sigues o ‘más pallares con tallarines’.
No lo olvides, a la casa solo se lleva a una mujer decente, todo eso lo contaré en mi serie que será sensación e irá por Netflix’”. Pucha, ese señor Pancholón se puso melancólico, pero no deja de ser un cochino y sinvergüenza. Va a terminar viejo y solo. Me voy, cuídense.
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