Pancholón explicó porque no se enamora de nadie de la calle.
Pancholón explicó porque no se enamora de nadie de la calle.

El Chato Matta llegó al restaurante por unos tequeños de langostinos y un arrocito con mariscos jugosito. Para calmar la sed pidió una jarrita de agua de Jamaica. “María, me invitó a su sauna privado donde lo atienden como rey. El chinito Richard le puso hierba fresquecita y cascaritas de naranja. Estaba resaqueado y se pidió una ‘chelita’ helada para cortarla.

‘Chatito- me dijo- la vida da muchas vueltas. Me encontré con un abogado chibolo que es mi hincha y con unos tragos me relató la historia de su familia. ‘Panchito, tú sabes que mi viejo Ramoncito es ingeniero y ha sido gerente de ministerios de varios gobiernos. Cuando era joven conoció a mi mamá, una guapa administradora. Se casaron y ella renunció a su carrera para ayudarlo a surgir y criarnos a mí y mis hermanas.

Construyó una gran casa con piscina en Monterrico y éramos felices. Pero hace unos años lo contrataron como consultor en una empresa privada y allí conoció a una secretaria huanuqueña, a la que llamaban ‘Peky’. El chico me sacó unas fotos del Facebook de la joven’. María, era guapa, tenía un aire a Macarena, que acaba de echar a varios jugadores en ‘El valor de la verdad’.

‘La chica tenía 32 años -continuó el chibolo- y se convirtió en la amante de mi viejo que iba a cumplir sesenta. Sus amigos pensaban que solo se la estaba ‘levantando’, pero era ella quien estaba ‘pescando a un pez gordo’.

El tuvo sus ‘cositas’ en la calle y mi madre se hizo la loca, porque los sábados y domingos los pasaba con la familia. Trampeaba los días de semana cuando llegaba de madrugada con el cuento de que tuvo una reunión de negocios.

Amigo, te resumo la situación. Mi viejo perdió la cabeza por la ‘secre’. Mi hermana encontró en el celular sus mensajes: ‘Hola, mi papi, mi osito, te espero con mi hilo dental rojito como te gusta. Te voy a hacer el salto de la tigresa. Miauuuuuu’. Él comenzó a faltar los fines de semana, no venía a dormir, y una amiga de mi hermana le contó que mi papá ‘vivía’ con la tal ‘Peky’ en un ‘depa’ de San Borja.

Una noche que llegó mareadito le gritó a mí mamá: ‘¡Me voy con una mujer que me ama y hace feliz, joven y no vieja como tú!’. El departamento se lo compró porque la mujer tuvo una bebita con él, ¡a sus sesenta años! En mi casa se armó un terremoto.

Pero tiempo después mi viejo se puso mal del corazón y estuvo entubado en cuidados intensivos. Pese a que mi papá se moría, la ‘secre’ salía a juerguear mientras mi papá agonizaba. Cuando salió de la clínica lo llevaron al departamento de la amante, pero al verlo en silla de ruedas ella contrató una ambulancia y lo llevó a nuestra casa.

‘No puedo atenderlo, por mi hijita, ustedes atiéndanlo’. Lo recibimos y mis hermanas lo cuidaron con amor y mi madre ‘por sus hijos’. Lo increíble es que ni bien se recuperó fue a buscar a la amante. Justo por ese tiempo recibió una fuerte cantidad de la empresa privada donde fue consultor.

Como ‘Peky’ no quería recibirlo porque lo veía acabado, le compró una camioneta cuatro por cuatro del año para convencerla. La mujer volvió a ser la melosa querida y le sobaba la cabecita al viejito.

Chato, no seas malo, por eso yo no me enamoro de nadie en la calle, voy a La Posada, hago mi salto del chanchito y buenas noches los pastores’”. Pucha, qué tal historia que contó el cochino y sinvergüenza de Pancholón. Lo peor que le puede pasar a un hombre es que de viejo pierda la cabeza. Me voy, cuídense.

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