El Chato Matta llegó al restaurante por un tiradito de pulpo al olivo, una jalea de mariscos con su rocotito molido y una jarrita de chicha morada fresquecita. “María, me timbró al celular el gran Pancholón. ‘Chatito, tú sí eres mi hermano, vente volando a la Caleta de Chucuito para contarte las últimas de mi viaje a Brasil mientras comemos un cebichito bravazo. Pero cuidado que te vean los ‘zapatos rotos’ y ‘mala leche’ que solo sirven para maletear’.
Cuando llegué, el gordito ya se había tomado varias cervezas y estaba con su colega Nicolás Sánchez, el goleador de la Asociación de Abogados del Callao. Me abrazó y me dijo: ‘Estoy recién llegadito de Brasilia donde estuve presente en el estadio ‘Mané Garrincha’, en la derrota de nuestra Blanquirroja ante el Scratch. Antes de partir a Brasil estuve en el concierto de Josimar con una linda ‘paisa’ colombiana que recién había conocido. Le pedí al salsero que cante ‘Te vas a saciar de mí’, a lo que aceptó de inmediato: ‘Hace solo un instante éramos dos extraños/ que se estrechan la manos y comienzan a hablar/ ahora tú y yo sabemos que nos pertenecemos/ que esta sed de tu cuerpo, yo la voy a saciar/ Uuuuuuuuuuuu/... Te vas a saciar de mí, más allá de tu cuerpo/ en la cama con fuego, sin principio ni fin/ te vas a venir conmigo, te vas a venir conmigo/ tú vas a venir conmigo, te voy a saciar de mí/ te vas a venir conmigo, te vas a venir conmigo/ tú vas a venir conmigo, te voy a saciar de míiiii/ Un saludo para mi amigo Pancholón, zorro viejo, no hay más na...’.
Mientras Josimar cantaba yo bailaba pegadito con la linda ‘paisa’, a quien le susurraba al oído. Le decía que este tema nos caía a pelo a los dos porque recién nos habíamos conocido. Me emocioné por su hermosura y le propuse llevarla a Brasil para ver el partido de Perú que se iba a jugar en Brasilia. La ‘paisa’ se quedó sorprendida, pero ahí nomás me dijo: ‘¡Ya, vamos, yo te sigo, papi!’. Terminó el concierto de Josimar, nos fuimos a su casa a recoger su pasaporte y de ahí enrumbamos al aeropuerto. En el counter le compré su pasaje, que me costó el doble. Pero como estoy ganado con mis casos como abogado saqué la billetera y pagué. Llegamos en un viaje directo que duró cuatro horas y media, y de ahí fuimos al mismo hotel donde estaba la selección peruana.
La verdad es que la selección perdió por goleada, pero yo saqué cara por el Perú y dejé bien a los varones con mi famoso ‘salto del chanchito’. Tomé una pastilla, me dolía la cabeza, se me aceleró el corazón, pero estaba feliz. Cuando iba a repetir la faena timbraron a mi ‘wasap’. ¡¡Era la abogada tóxica!!, quien me gritó: ‘Coño, marica, te he visto por las redes que estás ingresando con una mujer a un hotel. Por qué eres así, Pancho, te amo, doy todo por ti y me haces sufrir, eres malo, basura’. Me agarró desprevenido, pero tenía que morir negado. ‘Ese no soy yo, debe ser mi doble, me encuentro en la selva peruana, con un detenido, en unas diligencias que durarán tres días porque la fiscal ha pedido prisión preventiva para mi cliente’”. Pucha, ese señor Pancholón se pasa de sinvergüenza y cochino. Me voy, cuídense.
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