El Chato Matta llegó al restaurante por un cebichito, un atún a la vizcaína con arroz blanco y su jarrita de maracuyá. “María, a veces nos invade la nostalgia por los amores del pasado. Eso me pasó con ‘Carito’, a quien volví a ver tras veinte años. En mis tiempos de locura viví una volcánica relación con ella en Cusco, al punto que hasta pensé en casarme.
Ella era una chica de pueblo, sana, inocente. Yo andaba con ganas de irle a todo lo que se movía. Las mujeres siempre han sido mi perdición. Nos íbamos a casar en Urubamba, tenía todo preparado, pero me dejé llevar por los consejos de Pancholón. Ahora regresaba a mi vida madurita y con todo bien puesto. En su punto.
Se divorció de un empresario ganadero y se quedó con hermosa casa de campo y buena cuenta bancaria. Vive tranquila y se da sus lujos. De frente me dijo: ‘Chatito, los dos estamos solos, vámonos a vivir juntos al campo. La gente es buena y no hay delincuencia’. Pero otra vez apareció Pancholón. ‘Chato, ya te dije, no seas sano como ‘Kalulo’, que le cree todo a las trampas. Estás soltero, manejas tu billetito y eres full ‘dame que te doy’. A tu edad ya no estás para pegarla de enamorado fiel. Allá te vas a aburrir. La vida es una sola y la pampa es para todos, abre que voy’.
Lo primero que me había dicho Carito por ‘wasap’ fue: ‘Chato, no cometas el mismo error, no te dejes llevar otra vez por ese pecador y ‘diablo gordo’ de Pancholón, que solo sabe sacarle la lengüita a las chicas y enamorar a las mujeres de sus amigos. Ese sinvergüenza va a arder en el infierno’.
‘Carito’ me invitó a una cena romántica en un hotel 5 estrellas. ‘Chatito, nunca te pude olvidar. Hacía el amor y pensaba en ti. Después de mi divorcio no he salido con nadie. Eres el amor de mi vida’. Después de unos rones, nos amanecimos y ardimos de pasión: ‘Osito, ahora sí vámonos a vivir a mi tierra. Tú cocinas bien, te vas a acostumbrar y no te va a faltar nada. Acá en Lima te pueden asaltar y matar por robarte tu carro’.
Me agradaba ‘Carito’, pero prácticamente me estaba diciendo que vaya a convertirme en el guardián de su casa. Cuando era chibolo había una serie, ‘Quién manda a quién’, con Tony Danza, que era el amo de casa y su jefa una exitosa mujer. Esa serie me vacilaba y decía: ‘Yo también voy a tener una mujer que me mantenga’. Pero ahora no le veo la gracia.
Soy callejero, me gusta la noche y las traviesas como a Pancholón. Nunca voy a ser como esos ‘pisadazos’ que le piden permiso a sus mujeres hasta para ir al baño. ‘Carito’ no puede domesticarme. Esperaré que pase Semana Santa para decirle que todo quede ahí. La emoción dura un ratito cuando no hay amor verdadero”. Pucha, ese Chato está tirado para el mal. Y otra vez venció ‘Satanás’ en el cuerpo gordo de Pancholón. Ojalá que ‘Carito’ encuentre a un hombre bueno. Me voy, cuídense.