Pancholón
Pancholón

El Chato Matta llegó al restaurante por un sabroso tacu tacu con bistec encima, rocotito molido y una jarrita de emoliente heladito. “María, este Chatito es barrio y ha tenido una y mil batallas, donde gané y también perdí. Me siento identificado con esa gran canción que le compuso Rubén Blades al inolvidable Héctor Lavoe, ‘El cantante’. ‘Yo, soy el taxista, muy popular donde quieran y recorro las calles con risas y penas, de momentos malos y de cosas buenas, divierto a las chicas con mis ocurrencias, no hay tiempo pa’ la tristeza, vamos, ‘Chato’, pon primera y arranca. Y nadie pregunta si sufro o si lloro, si tengo una pena que hiere muy hondoooo’. María, jamás podré olvidar a mi enamoradita del instituto, la gran Anita. La mamá de mi hija lo sabe, pues se lo dije muy claro cuando me exigía casarme: ‘Me podré casar contigo por ese papel que tanto anhelas, pero en mi corazón siempre habrá una mujer antes que tú, a quien nunca le importó lo material y me quería tal como era’. Ana fue la mujer de mi vida. Creo que con ella viví mis mejores años. Porque los amores de juventud son desinteresados, lo das todo, eres feliz yendo en micro a Naplo un día de semana. Pero el destino me dio solo una oportunidad y la perdí por culpa de , que se convirtió en una suerte de diablo y me decía: ‘Ella es muy celosa, eres muy chibolo para casarte, la vida es una sola, hay seis mujeres para cada hombre’. Qué tonto fui, me dediqué a la mala vida, noches de alcohol y sexo. Hoy, si me hubiera casado con ella, hasta tendría mi empresa de taxis.

Ana partió joven al cielo, con aquella sonrisa que cautivaba a todos. No conocí una persona que hablara mal de ella y tampoco una persona de la que ella hablara mal. La comparo con algunas mujeres de ahora. Las que salen en los programas de espectáculos. Se ve una amante despechada, otra ‘sacavueltera’, otras interesadas en los reyes de cualquier cosa, así sean más feos que Felpudini, porque lo que importa son los verdes que hay en esa billetera de cuero. Recuerdo que me tomó ¡un año! enamorarla. Cartitas, tarjetas hechas a mano, acompañadas hasta los extramuros de Lima. Este Chato sabía que ella valía la pena. Hoy, algunas chicas salen de la discoteca y se van esa misma noche a un hotel y el chico, al día siguiente, ni la conoce; mientras otras aceptan sin reparos a un casado. Anita murió en el mejor momento de su vida y por eso nos dolió a todos. Hoy iré al cementerio y no quiero ver a Pancholón. No todo puede ser tramposería. Hay chicas buenas como Anita pero las que ‘venden’ son las trampas. Iré a dejarle unas flores y a cantarle una canción. Tuve la suerte de sentir algo que cantó la gran Estela Raval y Los Cinco Latinos: ‘Amar con toda el alma es no morir...’”. Pucha, me soprende el Chatito. Sí sabía de esa historia y sé que a veces, con sus traguitos, derrama sus lagrimitas de varón. Ojalá que no se aparezca ese cochino de Pancholón este domingo, aunque me han contado que se ha escapado a Miami. Me voy, cuídense.

tags relacionadas

NOTICIAS SUGERIDAS

Contenido GEC