Pancholón nos trae otra historia de desamor e infidelidad.
Pancholón nos trae otra historia de desamor e infidelidad.

El Chato Matta llegó al restaurante por su estofado de osobuco con puré de papa amarilla, arrocito blanco y rocotito molido. Para calmar la sed pidió una jarra con limonada de hierba luisa heladita.

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“María, después de varias semanas me encontré con el gran Pancholón, quien venía de saborear un cebichito y sus cervezas heladas con la Sonerita del Callao. Cantaba: ‘¿Y después de todo qué?/ Roto el sentimiento/ ¿Para qué y por qué mi amor? Di, por mí, lo siento/ ¿Y después de todo qué?/ Todo es amargura/ Tú de cama en cama y yo/ Y yo durmiendo solo…’.

Estaba picadito y se pidió una ‘chelita’ helada para cortarla. ‘Chatito- me dijo- la vida da muchas vueltas. Ese ‘Gato’ Cuba es muy sano para meterse al toque en otra relación después que el bailarín lo partió, pero de eso te contaré en otra ocasión....

Me encontré con un chibolo que es mi hincha y con unos tragos me relató la historia de su familia. ‘Panchito, tú sabes que mi viejo Ramoncito es ingeniero y ha sido gerente de ministerios de varios gobiernos. Cuando era joven conoció a mi mamá, una guapa administradora. Se casaron y ella renunció a su carrera para ayudarlo a surgir y para criarnos a mí y mis hermanas.

Construyó una gran casa con piscina en Surco y éramos felices. Pero hace unos años lo contrataron como consultor en una empresa privada y ahí conoció a una secretaria huanuqueña, a la que llamaban Peky’. El chico me sacó unas fotos del Facebook de la joven.

María, era espectacular, se parecía a la cantante de Explosión, una piernazas, curvas de infarto y carita angelical. ‘La chica tenía 28 años -continuó el chibolo- y se convirtió en la amante de mi viejo que iba a cumplir sesenta. Sus amigos pensaban que se la estaba ‘levantando’, pero era ella quien estaba ‘pescando a un pez gordo’.

El tuvo sus ‘cositas’ en la calle y mi madre se hizo la loca, porque los sábados y domingos los pasaba con la familia. Trampeaba los días de semana cuando llegaba de madrugada con el cuento de que tuvo una reunión de negocios.

Amigo, te resumo la situación. Mi viejo perdió la cabeza por la ‘secre’. Mi hermana encontró en el celular sus mensajes: ‘Hola, mi papi, mi oso, te espero con mi hilo dental rojito como te gusta. Te voy a hacer el salto de la tigresa. Miauuuuuu’.

Él comenzó a faltar los fines de semana, no venía a dormir, y una amiga de mi hermana le contó que mi papá ‘vivía’ con la tal Peky en un ‘depa’ de San Borja. Una noche que llegó mareadito le gritó a mí mamá: ‘¡Me voy con una mujer que me ama y hace feliz, joven y no vieja como tú!’.

LE DIO EL COVID

El departamento se lo compró porque la mujer tuvo una bebita con él, ¡a sus sesenta años! En mi casa se armó un terremoto. Pero al tiempo a mi viejo le dio el coronavirus, estuvo entubado en cuidados intensivos y la ‘secre’ salía a juerguear mientras mi papá se moría.

Cuando salió de la clínica lo llevaron al departamento de la amante, pero al verlo en silla de ruedas, ella contrató una ambulancia y lo llevó a nuestra casa. ‘No puedo atenderlo, por mi hijita, ustedes atiéndanlo, además puede contagiar a la bebé’.

Lo recibimos y mis hermanas lo cuidaron con amor y mi madre ‘por sus hijos’. Lo increíble es que ni bien se recuperó fue a buscar a la amante. Justo por ese tiempo recibió una fuerte cantidad de la empresa privada donde fue consultor.

Como Peky no quería recibirlo porque lo veía acabado, le compró una camioneta cuatro por cuatro del año para convencerla. La mujer volvió a ser la melosa querida, pero sabemos que tiene otro amante más joven’. Pucha, qué tal historia que contó Pancholón. Lo peor que le puede pasar a un hombre es que de viejo pierda la cabeza”. Me voy, cuídense.

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