El Chato Matta llegó al restaurante por un caldito de pollo, con patitas, corazoncitos y mollejas. Después se pidió un pollito al horno con arroz blanco graneadito y ensalada fresca, además de una jarra de chicha morada. “María, el gran Pancholón organizó una reunión el jueves para celebrar por adelantado la llegada del 2018. En Navidad, el maestro se puso melancólico, pero ya se le pasó. El olor a perfume ‘pachuli’ y colorete bamba le levanta el ánimo. Pero en estas fechas no solo recuerda sus grandes faenas, sino también sus derrotas, porque un verdadero mujeriego siempre gana y pierde en la calle. Se puso serio, tomó un vaso grande de ron bien cargado, sacó la lengüita a un par de flacas de la avenida Universitaria y abrió su corazón... De fondo se escuchaba un popular tema en la voz de ‘Son Tentación’. ‘... Quítame el recuerdo que me dejó / quítame el vestido, destrózalo / bájame del cielo donde me llevó / bájame y de nuevo súbeme hasta el sol. / Quítame esa idea de serle infiel / quítame el deseo de estar con él / déjame en la mente ganas de volver a verte...’. ‘Siempre he sido infiel, cuando estaba casado con la mamá de mi hijo, me escapaba de la casa. Hasta me mandaron a una psicóloga para ‘curar’ mi adicción al sexo. La doctora tenía un cuerpo hermoso. Fue una de las pocas mujeres a quien deseaba llevarla a la cama y no pude. Ella fue muy sincera. ‘Panchito, recuerda que tú eres mi paciente. Si nos acostamos, ya no me verás como una psicóloga ni me respetarás. Llegarás y querrás hacerme el amor en el mueble’. Chato, la doctora tenía razón.
Todos los fines de año me encerraba horas antes de Año Nuevo con una de mis trampitas. Una noche toqué fondo. Ese Año Nuevo jamás lo voy a olvidar. Quedé con Marian a las 7:30, en La Posada. ‘Lleva tu tanguita amarilla y uvitas’, le pedí. Esa noche se apareció con un champán bien caro. Tomé un vaso para brindar y me nublé todito. Desperté esposado a la cama. ‘Pancho, ahora sí cumpliré mi sueño. ¿Tú crees que me sentía feliz de que me hagas el amor antes de las doce y te fueras corriendo donde tu mujercita? No sabes el dolor que me causabas, pero nunca dije nada. Pero ya me cansé de ser la otra. ¡¡Pasarás el Año Nuevo conmigo!!’. Nooooooo. Chato, la loca me desnudó todito. Mi celular timbraba una y otra vez. Era mi esposa. Marian fue tan sádica que contestó y puso el altavoz. ‘¿Sabes quién soy? El verdadero amor de tu marido. Pancho es mío. A ti no te ama. Está contigo por pena’. Yo estaba con una venda en la boca y ella murmuraba ‘Ah, ah, ah... ¡Feliz año, perdedora!’. Yo me sentía peor que el ‘Chino’ Fujimori antes del indulto. Encima, a las dos horas se fue, después de arañarme y dejarme el cuello y pecho moreteado. Chato, te juro que llegué a mi casa y mi mujer ya no estaba. Por esos les digo, muchachos: En Navidad, Año Nuevo y otras fechas importantes, olvídense de las caminantes, mejor es quedarse en casita’”. Pucha, ese señor Pancholón se merece lo que le pasa por sinvergüenza. Ni siquiera por fin de año deja de ser un cochino. Me voy, cuídense.
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