El Chato Matta llegó al restaurante por su causa rellena con atún y su trucha a la parrilla con ensalada y papita amarilla. “María, la semana pasada te conté que mi ‘Italiana’ Silvia, mi ‘gordita’, anunció que llegaba a Lima. A raíz del triunfo peruano sobre Uruguay, se acordó de este ‘pechito’. Tú sabes que le jugué mal. Nos íbamos a casar en Roma, ella me iba a mandar mi pasaje, tenía todo preparado y yo me dejé llevar por los consejos de Pancholón. ‘Chato, ya te dije, no seas sano como Ruckelly, que le cree todo a las trampas. Aquí eres libre, estás soltero, manejas tu billetito y eres full ‘dame que te doy’. A tu edad ya no estás para pegarla de enamorado fiel. La vida es una sola y la pampa es para todos’. Lo primero que me había dicho Silvia por el ‘wasap’ fue: ‘Chato, no cometas el mismo error, no te dejes llevar otra vez por ese pecador y ‘diablo gordo’ de Pancholón, que solo sabe sacarle la lengüita a las chicas y afanar a las mujeres de sus amigos. Ese sinvergüenza va a arder en el infierno’. Llegó Silvia ganadora. Me invitó a una cena romántica en el Marriott. ‘Chatito, te extrañé mucho. Quise estar con otros hombres, pero no era lo mismo. Por eso escuchaba a cada rato ‘Hacer el amor con otro, no, no, no’, de Alejandra Guzmán’. Como tenía que ser, esa noche dejé bien a los varones, corté rabo y orejas y los gritos de mi ‘Italiana’ se escucharon por todo Larcomar.
Luego, llorando, Silvia me dijo: ‘Amorcito, ahora sí vámonos a Italia. Hasta que aprendas el idioma, te quedas en mi depa con ‘Shakira’, mi perrita pekinés. Ves buen fútbol por la tele y cocinas, porque tú tienes una sazón de chef internacional’. Silvia cometió un grave error y le dio la razón a Pancholón. Lo que ella me pintaba no va con mi personalidad. Yo no he nacido para ser ‘perrito faldero’ de nadie. La ‘gordita’ me podrá querer, pero como ella trabaja, me iba a mandar a cuidar a su perrito, cocinar, limpiar. Iba a ser el guardián de su casa. Recuerdo que cuando era chibolo, había una serie, ‘Quién manda a quién’, con el chistoso de Tony Danza, que era el amo de casa y su jefa era una exitosa mujer de negocios. Esa serie me vacilaba y decía: ‘Yo también voy a tener una mujer que me mantenga’. Pero ahora, ya maduro, no le veo la gracia. Soy callejero, me gusta la noche y las traviesas como a Pancholón. Nunca voy a ser como esos sonsos ‘pisadazos’, que le piden permiso a sus mujeres hasta para ir al baño o al estadio. Silvia no puede sacarme de mi hábitat natural para intentar domesticarme. Voy a esperar que pase Semana Santa y, cuando vaya a reservar los pasajes, le voy a decir que me quedo en mi Perú. Aquí moriré. Sé que le dolerá, pero peor es que vaya a Italia y al poco tiempo la deje por otra mujer”. Pucha, ese Chato está tirado para el mal. Y otra vez venció ‘Satanás’ en el cuerpo gordo de Pancholón. Pobre Silvia. Trabajadora y buenamoza, pero sin suerte en el amor. Ojalá encuentre un hombre bueno. Me voy, cuídense.
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