Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por su saltado de pollo, sopa de sémola y, para tomar, refresco de carambola. “María, el presidente Pedro Castillo aceptó el domingo, casi al filo de la medianoche, la renuncia del ministro del Interior, Avelino Guillén, pero además dio por concluida la designación del general Javier Gallardo como jefe de la Policía Nacional del Perú.
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Es decir, nos quedamos sin cabezas de la seguridad en la peor ola delincuencial que se recuerde desde la época del terrorismo. Parecería que a este Gobierno no le importa o no tiene idea de la real dimensión del problema que aqueja a miles de peruanos, víctimas de asaltos, robos, estafas, homicidios y extorsiones.
Y esto es peor, pues según el mismo Guillén, el general Gallardo, con polémicas remociones y reasignaciones, dejó sin personal a unidades importantes para combatir a la delincuencia, como la Diviac, la Sétima Región Policial o la Policía de Seguridad del Estado.
Castillo, de acuerdo a varias fuentes del mismo Ejecutivo, dejó que la pelea entre el ministro del Interior y el jefe de la PNP mine la moral de los policías, sin tomar una decisión al respecto, como lo exigían la misma presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, y hasta su aliada en el Gobierno, Verónika Mendoza.
CRIMENES CONTINÚAN TODOS LOS DÍAS
Al final eligió una mala decisión salomónica: Se van los dos. Mientras tanto, los asaltos, asesinatos por encargo, extorsiones, estafas cibernéticas y robo de casas continúan todos los días y las 24 horas del día. El colmo. Cuando se necesita la unión de todas las autoridades, estas se pelean.
Y en el Ministerio Público es igual. Todos los fiscales supremos están cuestionados, desde la fiscal de la Nación, Zoraida Ávalos Rivera, hasta quien podría sucederla, Pablo Sánchez, este último por exigir entradas para los partidos de la selección peruana de fútbol a un involucrado por el caso ‘Los Cuellos Blancos del Primer Puerto’, como es el expresidente de la Federación Peruana de Fútbol, Edwin Oviedo Picchotito.
Los ciudadanos de a pie nos sentimos desamparados. Ya no sabemos a quién acudir. Con una Policía desmoralizada y desactivada, con un Ministerio del Interior descabezado y un presidente que no sabe dónde está parado, qué futuro nos espera, por Dios.
Debido al desprestigio de este Gobierno, muy pocos profesionales de gran nivel y aceptación podrían aceptar el cargo de ministro del Interior. Por eso creo que se van a demorar en encontrar un reemplazante. Y si lo encuentran, será algún angurriento de cargos o alguien sin experiencia en el tema”. Pucha, mi amigo Gary tiene razón, estamos desamparados. Me voy, cuídense.