Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un seco de cabrito con frejoles y salsa criolla. Para tomar pidió una jarrita con emoliente. “María, por fin se inauguró el nuevo Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, uno de los más grandes y modernos de Latinoamérica. Es una buena noticia, pues el primer terminal aéreo del país se convertirá así en un ‘hub’, es decir, en un centro de tráfico de mercancías y personas. Todos los que ya están utilizando esas instalaciones alaban lo grande, bello, confortable y práctico que es. Esto va a permitir que más aerolíneas lleguen a Lima y, por consiguiente, también que nos visiten turistas extranjeros que dajarán divisas. Sin embargo, todo esto se empaña por culpa de las malas autoridades. Desde hace años se sabía que las obras terminarían más o menos por estas fechas, pero los gobiernos no hicieron su trabajo, es decir, las obras viales para el ingreso al aeropuerto.
En estos últimos días ha sido un fastidio manejar por las avenidas Morales Duárez y Faucett. Cruzar, en algunos casos, ha tomado demasiado tiempo. Solo un ejemplo de la ineptitud de los funcionarios: debía construirse un puente que conecte el Jorge Chávez con la avenida Morales Duárez, cruzando el río Rímac, pero no se ha hecho. En su lugar se ha puesto una estructura provisional que, quiera Dios, esperamos no se venga abajo con una crecida del cauce. Aquí no se sabe prever. Esperan que el problema se presente para recién actuar. Qué vergüenza que los turistas demoren más de la cuenta en salir del aeropuerto y llegar a su hotel. Eso no pasa en ninguna de las capitales de Latinoamérica, cuyos terminales tienen salidas inmediatas a la ciudad, con by pass, puentes y carreteras de hasta seis carriles. Lo otro es el transporte. La Línea 2 del Metro no pasará por el nuevo Jorge Chávez. En su lugar han puesto un improvisado sistema de transporte en buses. ¿Cómo no se va a conectar el principal sistema de transporte entre Lima y el Callao con el Metro? ¿Qué funcionario, qué organismo es el responsable?”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
