Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pepián de choclo con arrocito y chuleta de cerdo. Para tomar pidió una jarrita de linaza tibia. “María, el mundo ha cambiado mucho en los últimos años. La tecnología interviene en casi todos los órdenes de nuestra vida y lo seguirá haciendo más con la inteligencia artificial. Los que ya pintamos más de cuatro décadas nos aferramos a veces a nuestras viejas costumbres, pero los jóvenes están en otra. Para empezar, ellos ya no consumen televisión, diarios o revistas. Todo les llega a través de redes sociales y el celular es una extensión de sus brazos. Es la realidad. Pero esta manera de enterarse de lo que pasa en el Perú y el mundo entraña un peligro. Las redes sociales están pobladas de gente que miente, tergiversa la realidad o se adelanta a las cosas, sin verificar.
Por eso, para confirmar una noticia, siempre hay que recurrir a la prensa tradicional y profesional, la que realmente investiga, indaga, acude a las fuentes y coteja datos. Eso es muy importante saberlo, más aún porque estamos cerca del año electoral y donde los candidatos se van a dedicar a engañar a la población en busca de votos. Con los smartphones y una cuenta de red social, ahora todos se creen periodistas, comunicadores y grandes reporteros. Y por eso siempre patinan o desinforman. El otro peligro de la inteligencia artificial y la internet es el hampa organizada. Ahora es fácil aplicar la IA para clonar la voz y hasta la imagen, con el objetivo de apoderarse de tus cuentas bancarias o pedir un préstamo bancario sin que te enteres. Otros más avezados llaman a tus familiares, amigos o compañeros de trabajo para pedir ‘un favorcito’, un dinero para pagar algo. También envían enlaces de páginas supuestamente de la ONP o de bancos para ‘actualizar datos’, pero en realidad buscan acceder a tus datos para robarte. Por eso, nunca debes abrir links de desconocidos o de entidades bancarias. Es mejor llamar a tu banco y preguntar si enviaron algo. Los delincuentes están al acecho por plata”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
