Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unos tallarines saltados de carne con su ajicito y una jarrita de chicha morada para calmar la sed. “María, nada menos que 39 candidatos presidenciales postularán en abril próximo en las elecciones generales, una barbaridad por donde se le mire.
Según el analista y periodista Juan Carlos Tafur, la mayoría de ellos son unos ‘ganapanes, mediocres y buenos para nada que no sirven para ninguna perspectiva política’. Incide que se trata de las elecciones políticas más importantes de las últimas décadas en el Perú, pero casi todos no dan la talla. No podemos fracasar nuevamente luego de la elección de un limitado como Pedro Castillo.
Con los precios del cobre y el oro en alza, la inauguración del megapuerto de Chancay y la estabilidad de nuestra moneda frente al dólar, estaríamos creciendo a más de 6 puntos por año, pero no sé por qué los peruanos siempre terminamos disparándonos a los pies. Que haya 39 candidatos, algunos de los cuales solo son conocidos en sus barrios, expresa asimismo nuestra tradición caudillista.
La mayoría de agrupaciones políticas solo son clubes de amigos o locomotoras para que el líder cumpla su sueño de ser el ‘candidato’. Y como hay tantos que postulan al sillón de Pizarro, cada cual promete cosas, como pena de muerte para los delincuentes, aumento de sueldo para todos o rebaja de la gasolina. Llevarlos a la presidencia no solo es un peligro, también una pérdida de tiempo porque al final pueden ser vacados.
Por eso, en estos comicios venideros debemos estudiar bien la vida de los candidatos. Ahora es más fácil que antes con el Internet y las redes sociales. En cuestión de segundos sabemos si tienen denuncias o juicios. Que un don nadie sin capacidad o trayectoria no llegue a dirigirnos.
Fíjense nomás en los comicios presidenciales de Chile, donde los postulantes están a años luz de nuestros políticos, con visión de estadistas y proyectos bien pensados. Avisados estamos”. Bien por Gary. Me voy, cuídense.
