No compre celulares manchados de sangre
No compre celulares manchados de sangre

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un arroz tapado con carne molida, ensaladita de lechuga y ajicito. Para tomar pidió juguito de papaya. “María, increíble el caso del hampón venezolano Anderson José Méndez Collantes, quien fingía ser un trabajador de delivery para robar celulares con su moto en Jesús María, San Isidro y el centro de Lima. El sujeto había sido condenado en 2024 a una pena de prisión suspendida por robar un iPhone a un turista mexicano, pero aún así seguía delinquiendo.

En lugar de estar en una fría celda, andaba suelto por las calles gracias a un mal juez. Al ser detenido esta vez, confesó que roba dos celulares al día y los vende en Las Malvinas a 400 o 500 soles. Los comerciantes reducidores luego los ofrecen hasta en tres mil soles a sus clientes.

¿Cómo se los roban? Los hampones aprovechan vehículos detenidos y ventanas abiertas. Rompen vidrios para sustraer objetos. En los buses o tren, actúan entre la multitud, abriendo mochilas o bolsos. Igual en discotecas y mercados. Según la Policía, las denuncias de robo de teléfonos se han triplicado en dos años.

En lo que va del 2025, hay cuatro mil casos reportados. Y el número de robos no denunciados llegaría a cinco mil más. Todos saben a dónde van los aparatos hurtados. No solo a Las Malvinas, sino también a las cachinas de varios distritos, y también se ofrecen por Internet.

Esos celulares están manchados con sangre, pues muchas veces son arrebatados luego de disparar a sus dueños, muchos de ellos adolescentes o ancianos. Que lo sepa muy bien quien compra un celular con esas características. No solo pisotean la memoria de un fallecido, sino que son pasibles de ser denunciados y encarcelados por delito de receptación.

Es trabajo también del Poder Judicial y el Ministerio Público no liberar a los ladrones, como pasó con el venezolano Anderson Méndez. Este volvió a las andadas apenas pisó las calles nuevamente. Si no hay sitio para más criminales en las prisiones, construyan más y se acabó”. Bien por Gary. Me voy, cuídense.

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