
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un plato de chicharrón de pescado con yuquitas fritas y arroz. Para tomar pidió una jarrita de jugo de naranja. “María, nuevamente los mineros informales exigen, a través del Congreso, la extensión del Reinfo, ese mecanismo para formalizar su actividad que debe terminar en diciembre.
Inicialmente, el debate se iba a realizar en Caravelí, Arequipa, pero la Comisión de Energía lo terminó haciendo en Lima para evitar más presiones. Es una realidad que los mineros ilegales, esos que asesinan, secuestran y destruyen la naturaleza, se hacen pasar como mineros artesanales para lograr sus oscuros propósitos. No se puede ir pidiendo siempre prórrogas porque se pierde el sentido de la norma.
Los parlamentarios, especialmente de la izquierda, durante el debate, apoyaron a los mineros informales, y los describieron como trabajadores pobrecitos, que son un ejemplo y están desprotegidos. Pero pasan por alto que también están los ilegales, que son unos criminales y tienen miles de millones de soles. Esos depredan Madre de Dios, Tambo Grande, Piura y otros lugares. Explotan a los trabajadores, no pagan impuestos y promueven homicidios y la prostitución infantil.
En Pataz la situación se ha desbordado. Allí se mata, secuestra y tortura, al extremo que las Fuerzas Armadas han tenido que intervenir, colocando bases militares para intentar poner orden. Todos los países desarrollados han crecido en medio del orden, del respeto a la norma, con instituciones formales y en democracia.
Bajo la ley de la selva viven las naciones atrasadas, donde solo unos pocos se benefician de la explotación de los recursos. Vuelvo otra vez a Madre de Dios. Esa región de la selva es un claro ejemplo de lo que causa la minería ilegal. Miles de hectáreas de bosques están convertidas en desiertos, los ríos y cochas muertos, cientos de mujeres son llevadas para convertirlas en meretrices. Bandas armadas dictan las normas y tienen hasta zonas liberadas. Así, ningún pueblo se desarrolla, todos siguen pobres”. Me voy, cuídense.








