Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una parihuela de pescado y mariscos, acompañada de arroz blanco, con rocotito y, para tomar, una manzanilla calientita. “María, los ataques a balazos a los buses que van con pasajeros son de un salvajismo demencial, pues no solo matan, sino que aterrorizan a miles de personas, como en la época oscura de Sendero Luminoso.
Este accionar demuestra el grado de insania de esos criminales, a quienes no les importa derramar la sangre de inocentes con tal de obtener el dinero que quieren. Hace unos días, unas alimañas cobardes balearon una miniván en Manchay y asesinaron a una mamita que se iba bien temprano a trabajar.
La señora tenía sesenta años y tomó el carro a las 5:30 de la mañana, porque iba a un mercado a vender chompas. Cómo es posible que una señora honrada y trabajadora muera a manos de esos monstruos, que tienen juventud y fuerzas, y que en lugar de trabajar se dedican a disparar a la gente.
Ojalá la Policía los capture y les den la máxima pena, porque son irrecuperables que solo saben hacer el mal. Pero ese no es el único caso de ataques a vehículos de transporte público. La semana pasada al menos tres empresas de buses han sido baleadas para que les den cupos. Y en los días previos otras más.
Eso sin contar a los colectiveros, taxistas y mototaxistas a quienes también disparan y matan. La gente está harta de esta situación y exige al gobierno de Dina Boluarte que haga algo de inmediato. Piden militares en las calles, pues faltan policías.
Algunos señalan que los soldados no pueden salir a las calles porque la seguridad es tarea de la Policía. Olvidan el hecho de que esta está desbordada en su capacidad hace tiempo. Entonces, los militares pueden salir a apoyar. Además, en pandemia salieron de sus cuarteles para hacer respetar la cuarentena y lo hicieron muy bien. La gente se sentía más segura.
Necesitamos de inmediato acciones de emergencia que frenen el accionar de los asesinos. No se puede ser tan tibio”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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