
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una milanesa con arrocito y papas fritas. Para tomar pidió una jarrita con chicha morada al tiempo. “María, el presidente de Estados Unidos ha endurecido las redadas contra migrantes ilegales y ahora hasta se meten a iglesias y escuelas con el fin de detenerlos. Hay una psicosis en todos los centros laborales, pues en cualquier momento llega la ‘migra’ en busca de indocumentados.
El otro día, Trump visitó en Florida una cárcel rodeada de pantanos infestados de caimanes, cocodrilos y serpientes pitón, y a donde solo se puede ingresar por el aire. Incluso, está presionando a varios países del tercer mundo, entre ellos Perú, Sudán y El Salvador, para que acepten presos e ilegales que ellos no quieren. Testimonios de las víctimas de estas persecuciones señalan que son tratados como animales, sin respetar sus derechos. Es verdad que en los últimos tiempos han ingresado mafias y organizaciones criminales, como el Tren de Aragua, la Mara Salvatrucha y cárteles mexicanos de la droga, pero no todos los que van a Estados Unidos delinquen.
La gran mayoría busca trabajo, prosperar de forma honrada y seguir el sueño americano. Justos pagan por pecadores, entre ellos miles de peruanos que llegaron a ese país huyendo de la pobreza, la inseguridad y la falta de oportunidades. Ahora no solo están escondidos, con miedo, sino que sus hijos han dejado de ir a las escuelas y ni al parque pueden ir.
Se trata de honestos trabajadores que contribuyen a la economía norteamericana y laboran ahí donde los gringos no quieren, como en jardinería, construcción civil, limpieza de piscinas, agricultura y hasta para pasear perros. Esta política migratoria de Trump es injusta. Debería centrarse en los delincuentes y dejar tranquilos a los honestos. Total, él también es descendiente de migrantes y su propia esposa, Melania, nació en Eslovenia y llegó a Estados Unidos para laborar como modelo, con su antiguo apellido Knavs. Es urgente que Washington revise sus planes”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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