Mi amigo Gary llegó al restaurante por un poderoso sancochado con carne de res, pollo, papita, choclo, col y un choricito que le da un rico sabor. Para bajar la grasita, se pidió una jarra de cebada calientita. “María, llegó muy elegante a la Redacción el gran periodista y marketero ayacuchano Malcom Mendocha. ‘Gary, nunca olvidaré el ‘homenaje-emboscada’ del programa ‘Fuego cruzado’ al ‘Negro lindo’ Augusto Ferrando, quien quedó destrozado en cuerpo y alma. Por eso se refugió en Miami, para curarse. Con el conductor de ‘Trampolín a la fama’ tomaba desayuno en su casa de Magdalena, con salchicha huachana revuelta con huevos y pan francés. Entonces, el director del diario me ordenó: ‘¡Ubica a Ferrando! para publicar la verdad’. Le supliqué a Juan Carlos, el engreído hijo menor, y me dijo: ‘Papá te aprecia mucho, anota la dirección y no le digas, sino me mata’. Este gesto de amistad jamás lo olvidé y me llevó a visitarlo, hace unos días, en la clínica ‘San Gabriel’, donde está postrado por un mal cardíaco.
Volviendo a Augusto, recordé que aquella vez llegué a la residencia de Miami. Él se dio un chapuzón en la piscina. Y, emocionado, el inmenso animador me levantó en peso. Lo abracé y estremecido vi sus labios temblorosos. ¡No podía articular palabras! Lloró por el mal momento vivido en aquel programa y susurró: ‘Hermano, solo Dios sabe si volveré a mi Perú’.
El tierno Juan Carlos derramó lágrimas en su cama de la clínica. Le ayudé a comer un rico puré y evocó: ‘Mi papá se ponía furioso cuando le mentían y no ibas a los almuerzos. Nos quitaba la propina. Eran infaltables sus ravioles. Y solo conmigo tomaba una copa de vino. Fue un padre amoroso. Con Chicho y Rubén nos llevaba en Faucett a desayunar en Piura y, por la tarde, a comer camarones en Tacna. Hasta los quince años acariciaba mis cachetes y me sentaba en sus piernas’. Soltó lagrimones recordando el apoyo que le daba su padre en sus estudios, en la BBC de Londres, como productor televisivo. ‘En Las Vegas sacó su chequera y puso en mis manos la más valiosa cámara de videos de la exposición’, rememoró Juan Carlos. Invoco a salvar la vida al fiel escudero de Augusto, su hijo Juan Carlos, para que nos pueda decir: ‘Un comercial y regreso’”. Pucha, ese señor Mendocha a quién no conoce. Me voy, cuídense.
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