
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unas lentejitas con pescado frito, arroz blanco graneadito y ensalada de pepino con tomate. También pidió un emoliente con cebada tibiecito.
“María, leía en Trome la historia de tres muchachones que tienen entre 60 y 70 años y se ejercitan con mucho entusiasmo en El Pentagonito de San Borja. Ellos todos los días acuden a hacer actividad física y muestran más energía que muchos jóvenes. Eso demuestra que la edad está en la cabeza y cuentan que eso les da vitalidad y los aleja de los problemas y la depresión. Es verdad, ante las preocupaciones de la vida diaria, por la economía, la inseguridad ciudadana y otros temas, es fácil caer presa de la ansiedad y el pesimismo.
Los médicos señalan que ejercitarse trae innumerables beneficios para la salud. Si queremos vivir más tiempo y de mejor manera, es hora de dejar la flojera de lado y poner a mover el cuerpo. Hacer ejercicios físicos reduce el riesgo de sufrir cardiopatías y accidentes cerebrovasculares.
Las personas inactivas corren casi el doble de peligro de morir de un mal cardiaco en comparación con los que sí son activos. También reduce la presión arterial alta. Es menos probable padecer de ciertos tipos de cáncer si se practica algún deporte. De igual manera protege contra el cáncer de colon y contra el cáncer de mamas en las mujeres que han llegado a la menopausia. También previene la diabetes.
Del mismo modo, ayuda a prevenir y tratar la depresión, la ansiedad, las fobias, ataques de pánico o estrés. Las personas que se mueven se sienten más felices y satisfechas con la vida. La actividad física quema calorías y, por lo tanto, ayuda a generar un equilibrio saludable de energía.
Las personas con sobrepeso, con tan solo realizar actividad física comenzarán a adelgazar. Y si lo combinan con una dieta saludable, será mucho mejor. Aumenta la autoestima y es posible que reduzca el estrés, la ansiedad y la depresión en los adolescentes”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.








