Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un sabroso estofado de pollo, presa grande, con papita amarilla, arroz blanco graneadito y su rocotito molido. Para la sed se pidió una jarra de agua de carambola. “María, fue realmente impresionante la Marcha por la Vida que se realizó el pasado sábado. Más de 800 mil personas participaron y eso demuestra la inmensa fe religiosa del pueblo peruano. Por eso, constituyen una falta de respeto temeraria y a la vez absurda los esfuerzos por dañar a la Iglesia Católica y otras religiones, como la evangélica, por parte de ciertos grupúsculos que no representan a nadie. La mayoría de estas personas, que dicen no creer en Dios -y están en su derecho- tienen en común la soberbia y la malcriadez, pues se permiten menospreciar, criticar y burlarse de los creyentes. Las personas que profesan la fe en Dios merecen tanto respeto como los agnósticos y ateos. Si no crees en Dios, es tu decisión y está muy bien. Nadie tiene por qué burlarse de ti ni menospreciarte. ¡Pero tú también respeta a los que sí creen! No te creas el ‘bacancito’ en las redes sociales. Un poquito más de humildad.
A propósito de Dios y la familia, hace poco leía un tema que me pareció excelente: la felicidad de la pareja en el matrimonio. No olvidemos que cada vez aumentan más los divorcios, especialmente entre las parejas jóvenes, porque el hombre y la mujer cometen una serie de errores. La crisis de valores, la delincuencia, los salvajes ataques a mujeres, el aumento de la corrupción, el desorden, la informalidad y la ignorancia son males que asfixian a nuestro país y que se dan por la evidente descomposición de la familia. Muchos criminales fueron niños criados en hogares rotos. Al colegio vamos al menos once años y a la universidad otros cinco. Todo para tener una carrera. Pero para ser buenos padres y esposos, que es más importante, no estudiamos ni un solo día. En una oportunidad, escuché a la conferencista Milagros Aguayo revelar los principales motivos por los que los esposos piensan cada vez más en el divorcio. ‘El problema surge porque desconocen las tres cosas básicas que toda mujer y hombre necesitan en una relación. Ellas quieren sentirse amadas, protegidas y valoradas. En tanto, ellos necesitan sentirse honrados (tratados con dignidad), respetados y admirados. Solo cuando se cumplan estos requerimientos podrán florecer como pareja’, decía la experta. Solo así podremos tener hijos sanos y correctos, respetuosos y con la autoestima elevada. La verdad es que las parejas ya no se hacen muchos problemas para romper su unión ante cualquier contratiempo o crisis. Esta situación afecta de forma directa al núcleo familiar, pues la inmensa mayoría de estas separaciones se da cuando ya hay hijos. Son estos quienes sufren las peores consecuencias, pues crecen en hogares rotos. Cuando los padres están involucrados en el cuidado de los retoños, estos corren menos riesgos de padecer graves problemas, como caer en la delincuencia, el consumo de drogas, la depresión, los problemas psicológicos, la violencia y el abandono de la escuela”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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