Mano dura contra rateros en moto.
Mano dura contra rateros en moto.

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un bistec a lo pobre con arrocito blanco, huevo y platanito frito. Para tomar, pidió un emoliente calientito. “María, en el objetivo de frenar a la delincuencia, me parece bien intencionada la disposición de que los motociclistas circulen con chaleco reflector y lleven impreso en este el número de placa de su vehículo. Entiendo la molestia de los miles y miles de moteros honestos que se sienten discriminados. Pero lo cierto es que incontables delitos, como el sicariato y robo de celulares, son perpetrados por hampones en motos lineales porque estos vehículos ligeros les permiten escapar a toda velocidad aun contra el tráfico y en medio de los embotellamientos. Sin embargo, la medida de los chalecos no está dando los resultados que se esperaban. Los delincuentes están usando placas clonadas de inocentes, incriminándolos de esta manera.

En Breña, San Borja, San Isidro y otros distritos, cámaras de videovigilancia han grabado a rateros asaltando, incluso, a madres con hijos pequeños. Estas lacras no respetan a nadie. Entonces, se deben afinar las estrategias. Aunque aún es muy pronto, esas decisiones pueden ir desde dejar sin efecto el uso de los chalecos, o seguir con los mismos y ejecutar acciones complementarias, como más operativos de sorpresa, las 24 horas del día y en diferentes lugares. Solo de esta forma se podrá atrapar a los criminales antes de que cometan sus delitos. En las redadas caerán requisitoriados, indocumentados, pistoleros, vendedores de droga y otros antisociales. Y los que sean detenidos por estar al margen de la ley deberían ser investigados y juzgados en tiempo récord. Si alguien tiene una pistola sin permiso es para asaltar o matar. A gente de malvivir no se le puede soltar tan fácilmente como ocurre ahora. Si la Fiscalía, el Poder Judicial van a seguir actuando de esa manera, se echará a perder todo el trabajo de la Policía, que invierte esfuerzo, tiempo, dinero y expone su vida. Hay que poner mano dura”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.

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