Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un pollito al horno marinado con tomillo, romero, orégano y aceite de oliva. Para tomar pidió un maracumango heladito. “María, terrible las imágenes del asesinato de un joven barbero de 18 años en un local de Chorrillos. Un hampón de nacionalidad venezolana entra a la barbería y exige la entrega de su celular a la víctima, este le entrega el aparato, pero intenta forcejear con el ladrón, quien le mete balazos en la cabeza y la espalda.
Yo creo que ya es hora de acabar con esa lacra de delincuentes extranjeros que entraron como ratas a nuestro país, con el auspicio de malos gobernantes como Pedro Pablo Kuczyznki, quien les abrió las fronteras sin ningún control.
Por allí ingresaron miles de sicarios, asesinos, extorsionadores y narcotraficantes que tienen en vilo a la población. Por favor, cambien las leyes para castigarlos con mayor dureza. Metan a la cárcel a los fiscales o jueces que los liberen. Abran más penales de alta seguridad para meter ahí a todos esos indeseables.
A los indocumentados y belicosos, métanlos en un barco y llévenlos a su país sin escala. No es posible que gente inocente caiga en las manos de estos criminales y no les pase nada. ¿Cómo es posible que algunos tengan en zozobra a millones? A ese burócrata corrupto de Migraciones que alteraba el sistema para dejar pasar a extranjeros sin papeles, deben darle prisión efectiva. Nos expone al peligro, como quien deja en la calle una granada sin seguro. El gobierno debería:
- Militarizar la frontera. Que sean como zonas de guerra. Es una invasión tan peligrosa.
- Construyan penales de alta seguridad en la puna, para mandar allí a los más sanguinarios.
- Cambien las leyes para que los asesinos, extorsionadores y secuestradores reciban cadena perpetua, sin posibilidad de que reciban visitas o frecuenten a otros presos.
- Respalden a los policías para que no teman usar sus armas contra delincuentes armados. Basta de tratarlos con guantes de seda”. Me voy, cuídense.