(Foto: AFP)
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Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un seco de res y su respectiva sarsa criolla. Para calmar la sed pidió una jarrita de chicha morada. “María, el domingo se jugó entre Argentina y Colombia, que ganaron los albicelestes.

El partido permitió ver a dos selecciones que juegan un fútbol de alto nivel, con dinámica, velocidad, pressing, desmarque y mucho talento. El Perú está muy lejos de ambos equipos.

La final en el Hard Rock Stadium de Miami mostró que los jugadores rioplatenses matan por su camiseta, aman a su país y hasta no dudan en marcar con la cara para evitar los goles rivales.

Y quienes lo hacen no son futbolistas que recién empiezan, sino consagrados que lo han ganado todo en sus clubes de Europa y están forrados en dinero, pero cuando se ponen la camiseta de Maradona y Mario Kempes se transforman, corren, marcan, no le tienen miedo a la pierna fuerte ni a terminar lesionados.

Por eso soy de la opinión de que para que nuestra selección mejore, tenemos que empezar de cero con jugadores que sientan real amor por la blanqujirroja, y no vengan al Perú solo a hacer dinero o a encontrarse con modelitos.

También necesitamos mejores dirigentes. No puede ser que la Federación Peruana de Fútbol esté dirigida por alguien, como Agustín Lozano, que ha sido denunciado por revender las entradas de cortesía de la selección. Y que sea responsable de este campeonato nacional que es un chiste, pues se juega en canchas miserables, con clubes que ni divisiones menores tienen y menos campos de entrenamiento.

Donde se permite que extranjeros viejos de 40 años vengan a quitar lugares a los jugadores jóvenes. Así, jamás avanzaremos y seguiremos jugando un fútbol del tercer mundo.

Es hora de una revolución en nuestro balompié, como en Ecuador y Venezuela, selecciones que ahora son mejores que la blanquirroja y nos llevan mucha ventaja”. Bien dicho, Gary. Me voy, cuídense.

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