
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por unos tallarines rojos con papa a la huancaína. Para tomar pidió una jarrita de chicha morada. “María, son indignantes las imágenes que mostró el domingo el programa ‘Cuarto poder’ de la congresista Lucinda Vásquez, del bloque Voces del Pueblo–Juntos por el Perú, quien obligaba a su asesor que le corte las uñas de los pies en su despacho congresal. Otro trabajador, además, fue visto haciéndole el desayuno como si fuera su cocinero, al lado del esposo de la legisladora. Ya es el colmo.
No solo tenemos ‘comepollos’, ‘lavapiés’, ‘mochasueldos’ y acusados de violación en este Parlamento, considerado el peor de la historia, sino que ahora les pagamos el sueldo a empleados, no para asesorar en leyes a los parlamentarios, sino para hacerles la pedicure. Lucinda Vásquez, además, antes ha sido denunciada por mocharle el sueldo a los empleados de su despacho.
Esta señora, quien ingresó al Congreso con Perú Libre, es profesora de educación inicial, lo que hace más grave su comportamiento. Una maestra debe ser el ejemplo para todos, pero ella cree que por estar en el Legislativo puede hacer lo que le da la gana.
Para la abogada penalista Carla Cárdenas, el uso de personal público para funciones privadas constituye peculado. ‘Si se utiliza al personal estatal para fines distintos a los de su cargo, y se les remunera con recursos del Estado, se configura ese delito’, explicó.
El exoficial mayor del Congreso, José Cevasco, calificó el hecho como un abuso de poder y señaló que este caso ‘retrata el uso personal del poder parlamentario de forma grosera’. Todo esto es un asco. Ya es noticia internacional y muchos en el extranjero se preguntan qué clase de país somos.
Lo más triste es que las próximas elecciones serán en abril y mucho me temo que al siguiente Parlamento entrarán personajes iguales o peores, porque siempre elegimos mal. Tenemos que ser más responsables e investigar a los candidatos. No podemos dejarnos engañar más”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.








