
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una jalea de pescado con arrocito blanco y salsa criolla. Para tomar pidió una jarrita de chicha morada. “María, la gente no deja de comentar sobre el escándalo donde está vinculada Maju Mantilla y en especial los audios de su esposo Gustavo Salcedo.
Eso de hacerla seguir, ponerle un aparato de GPS para saber exactamente dónde está las 24 horas del día, no es de personas sanas. La cosa ya pasó de nivel y ahora los afectados son los hijos de la pareja. Ayer, Maju sacó un comunicado donde desmiente al padre de sus pequeños, quien la acusa de haberle sido infiel dos veces.
“No permitiré que se me siga dañando. Durante más de 15 días se ha mancillado mi nombre, dando por ciertas afirmaciones y declaraciones generadas por algunos medios de comunicación y por mi aún esposo. Eso ha motivado un sinfín de agravios, insultos y calificativos que dañan mi reputación y condición de madre”, indicó.
Agregó: “Con el señor Salcedo me une solo una relación de padres y siempre tendré el ánimo de llegar a acuerdos con él de manera civilizada. Los temas referidos a un posterior divorcio se manejarán únicamente por la vía legal”.
Yo me pregunto: ¿Por qué permitió que todo llegue a este momento? Si ya las cosas iban mal debió separarse o divorciarse. Intentar que el matrimonio continúe de esa forma tóxica le ha costado caro. Los más perjudicados, por supuesto, son sus hijos. Siempre hemos dicho esto:
- Si no deseas seguir con tu pareja, aléjate. Insistir en una relación sin futuro está mal.
- Piensa primero en tus hijos, en cómo les afectará el divorcio y cómo enfrentarán quedarse con un miembro de la pareja.
- Tómate tu tiempo para iniciar una nueva relación, más aún si eres una persona pública. No creas en los ‘paños de lágrimas’.
- Todos tenemos derecho a reconstruir nuestra vida sentimental. Pero hay que tener también timing.
- Pide consejo profesional o de amigos antes de tomar una decisión”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.








