El Chato Matta llegó al restaurante por una sopita de pollo con mollejitas y unos tallarines rojos con su papita a la huancaína. “María, a mi ‘face’ llegó una solicitud de amistad. Era de una chica cuyo nombre seguramente era falso: ‘Madeleine’. Primero empezó a decirme que me conocía: ‘Te veía en esa carcochita roja cuando trabajabas en el ministerio’. Allí me descuadró. ¡Esa chica me conocía de hace años! Iniciamos unas intensas charlas en el chat.
‘Chato, cuando te vea te voy a llevar a comer tallarines verdes con bistec, como te gustan, con harto queso parmesano y papa amarilla’, prometió. Esa noche no dormí. ¿Cómo diablos esa misteriosa mujer sabía cosas tan íntimas? Otra noche me dijo: ‘Sé que te gusta dormir siempre frente al mar para que te arrulle el ruido de las olas’. ¡Quééé! Eso solo podía saberlo una mujer que había dormido conmigo, pero ¿quién podía ser?
Empecé a tratar de recordar con cuántas mujeres habría dormido en un hotel frente al mar o en un campamento. ‘Madeleine’ era un misterio. Después me mandó canciones. Por ejemplo, ‘Señor Mentira’ de Daniela Darcourt, pero cambiaba la letra y ponía ‘Chato Mentirassssss’. De un momento a otro me comenzó a pedir un encuentro real ‘en carne y hueso’.
Y yo le decía: ‘No, por favor, no la malogremos, que así está bonito’. Así estuvimos varias semanas, hasta que ella, sin previo aviso, me mandó una foto en bikini. Era una joven hermosa, morochita, escultural. Creo que sabía de qué pie cojeaba, porque al toque le dije para encontrarnos en el Parque de las Aguas.
Ese día vimos la clausura de los Juegos Panamericanos en un barcito frente al estadio. Al ritmo de cumbia, la saqué a bailar y besé. Luego, enrumbamos a La Posada. Me parecía un regalo de Dios que una mujercita como ella estuviera con un hombre mayor como yo. Lo único extraño de ella era que siempre estaba hablando por celular. Nos besamos en la habitación y me desnudó.
‘Chato, te voy a atar como hizo Sharon Stone con Michael Douglas en ‘Bajos instintos’, me insinuó. Me vendó los ojos. ‘Espérate’, me dijo. Apagó la luz y se subió encima de mí. Pero sentí algo extraño, estaba como demasiado pesada para su escultural figura y se movía como poseída por el diablo en ‘El exorcista’, hasta que gritó y escuché otra voz.
‘¡Tú no eres ‘Madeleine’, quién diablos eres!’, exclamé. En eso me sacó la venda de los ojos. Nooooo, ¡era la loca Elizabeth!, la que estaba obsesionada conmigo en el ministerio. Y vi que junto a la puerta estaba ‘Madeleine’, matándose de risa y filmando todo.
‘Gracias, sobrina, hace mucho tiempo planeaba esta venganza, desde aquella vez que este miserable me dejó plantada en el Big Bar de La Marina, en la fiesta de Año Nuevo que yo había pagado’, confesó”. Pucha, a ese Chato Matta le pasan unas cosas increíbles, ya se parece al sinvergüenza de Pancholón. Me voy, cuídense.