Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un arroz a la cubana con su platanito frito, arrocito blanco y un huevo frito montado. Para calmar la sed pidió una jarrita con agua de maracuyá. “María, Lima, la ciudad capital, es un caos, un infierno diario para sus más de 10 millones de habitantes. Vivir en este lugar es sinónimo de estrés, inseguridad e informalidad. Necesitamos de un estadista en el Ejecutivo y de un alcalde extraordinario para convertir a la otrora Ciudad de los Reyes en un lugar amigable con sus habitantes, seguro y hermoso. Para empezar, se tiene que solucionar el tráfico infernal. ¿Cómo es posible que uno se demore hasta ¡tres horas! en atravesar la capital de sur a norte? Mucha gente tiene que madrugar y pelearse para subir a un micro e ir a trabajar o estudiar. Por mi profesión he podido estar en otras capitales del mundo y no he visto lo que hay en Lima. En Buenos Aires, Ciudad de México, Santiago de Chile o Miami no se ve este caos. Todo fluye como se debe. Y la seguridad es superior.
Por supuesto que hay delincuencia, pero en general hay un orden, una paz que envidio, acostumbrado al ruido, al tráfico inmisericorde, a los asaltos con moto, a la polución y la falta de áreas verdes. Hace más de un año Rafael López Aliaga ganó las elecciones a la alcaldía de Lima prometiendo que la capital sería ‘potencia mundial’. Potencia mundial del desorden será. Porque nada ha cambiado en su gestión.
Los ‘marcas’ siguen asaltando, las mafias extorsionan a las bodeguitas y buses de transporte, así como los sicarios matan gente de día y ante decenas de testigos, y la prostitución clandestina está por todos lados. Pero no todo es su culpa en materia de seguridad. El viernes la Policía detuvo a un fiscal por pedir una coima de mil soles a un detenido en Chiclayo. ¿Y qué creen que hizo el juez? Solo lo inhabilitó 6 años en el ejercicio de su cargo e impuso 220 jornadas de prestación de servicios comunitarios. Ahora está libre. Por eso que nada funciona en este país, pues hay demasiada impunidad y la gente hace lo que quiere”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.