La Seño María

Ley de sinvergüenzas

Nuestros representantes en el Legislativo y el Ejecutivo se sienten dueños del Perú, hacen lo que les da la gana y no les pasa nada.

Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un estofadito de pollo con arroz y papita amarilla. Para tomar pidió una jarrita de cebadita tibia. “María, mientras el país se enfrenta a una ola delincuencial sin precedentes, con secuestros, extorsiones, asaltos, robos, homicidios y trata de blancas, el Congreso acaba de darle una manito a las bandas de hampones con la llamada ley de organizaciones criminales.

Según esta, para que proceda un allanamiento a la vivienda de un sospechoso antes se le debe avisar a este y a su abogado. Y si no tiene, se le pone un defensor de oficio. Ya no hace falta la presencia del fiscal. Es decir, adiós al factor sorpresa que era vital para recabar pruebas y elementos de convicción antes de que el acusado las desaparezca.

Hace poco, el fiscal superior Jorge Chávez Cotrina advirtió que unas cien investigaciones que realiza la Fiscalía podrían verse afectadas y quedar en el aire, debido a este dictamen. En especial porque el Parlamento precisa que los delitos ahora tipificados para organización criminal ‘deben tener una pena mayor de seis años’, lo cual consideró una dificultad.

La norma calza exacto en el caso de la presidenta Dina Bouarte y algunos políticos corruptos. En el tema de la mandataria, con esta ley habría sido imposible allanar su domicilio y decomisar los relojes Rolex que le ‘prestaron’ y otras pruebas.

Como está pasando en estos últimos años, el Parlamento está legislando con nombre propio y no en beneficio de la mayoría. Hoy, nuestros representantes en el Legislativo y el Ejecutivo se sienten dueños del Perú, hacen lo que les da la gana y no les pasa nada.

Si en verdad les importaran los peruanos, darían mejores y más duras leyes para frenar el narcotráfico, la minería ilegal, que se ha apoderado de la sierra liberteña, y la industria del secuestro, que cada día crece más.

Pero no, solo piensan en sus intereses y encima quieren reelegirse para seguir haciendo viajecitos a Europa o Asia, o beber una botella de vino de cientos de dólares que pagaremos los peruanos con nuestros impuestos. Qué estaremos pagando”. Me voy, cuídense.

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