
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un tacu tacu con lomito saltado, servido con salsa criolla. Para tomar pidió una jarrita de anís tibiecito. “María, el domingo casi cinco mil jóvenes dieron examen para la carrera de Medicina Humana en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Ellos se disputaron con uñas y dientes las apenas 55 vacantes que ofreció esa casa de estudios. Eso quiere decir que solo los más talentosos y preparados ingresaron. El nivel de la cuatricentenaria universidad es tan alto que garantiza que los futuros profesionales de Medicina sean realmente buenos.
Por eso, el Estado debería apoyar más a San Marcos, la UNI o Agraria, que son los claustros más prestigiosos y mejores del país. Pero, sobre todo, acogen en su seno a jóvenes de escasos recursos, hijos de policías, bodegueros, amas de casa o profesores.
En lugar de desperdiciar miles de millones de dólares en ese elefante blanco que es Petroperú, o en mantener personal inútil como el que hay en el Congreso y otras reparticiones públicas, el Gobierno debería iniciar un plan para dotar de los mejores adelantos técnicos para la enseñanza universitaria. La tecnología, el talento, es el futuro de las naciones. No dejemos perder esta ola de desarrollo humano.
En contraposición a San Marcos, existen esas universidades ‘de cartón’, en donde no hay examen de admisión, los estudiantes solo se ‘inscriben’ y nunca pueden ser jalados o reprobados, porque para esas casas de estudios son ‘clientes’. Y el cliente siempre tiene la razón.
Con razón, el año pasado se reveló que en el examen de suficiencia que hace el Colegio Médico del Perú a los egresados de esa carrera, el 99 por ciento de los alumnos de una universidad particular muy conocida fueron rechazados por falta de suficiencia. ¿Cómo es posible eso?
Miles de muchachos son engañados todos los años por estas instituciones que solo existen para ganar plata. Los hacen perder tiempo y dinero, pues cuando egresen nadie les dará trabajo. El esfuerzo que hacen sus padres se va al agua, qué pena”. Me voy, cuídense.








