El fotógrafo Gary dice que extraña mi sonrisa y por eso me hizo una vodeollamada por wasap.
“María, durante la cuarentena no solo se limpiaron los cielos de las nubes grises, sino también las calles de los ‘marcas’, ‘cogoteros’ y ‘raqueteros’. Esas ‘ovejas negras’ que causan tanto daño a la gente que trabaja para ganarse el pan con honestidad y sacrificio. Hace un mes, el presidente Martín Vizcarra decía que los índices de delincuencia habían bajado en un 84%. Es que en las calles aún había grupos de policías patrullando y controlando los carros.
A ellos se sumaban los soldados del Ejército, que apoyaban en las acciones de seguridad y llegaron a infundir respeto. Además, como no había gente transitando, los rateros que se las ingeniaban para salir no tenían a quién robar. Hoy hay menos policías y militares en las calles porque muchos están en el hospital o en sus casas, aislados luego de contagiarse al ejercer su labor. Y ahora que los peruanos están saliendo más de sus casas para trabajar, al reiniciarse las actividades económicas, con más buses y combis, restaurantes por delivery y otros negocios funcionando, la mayoría en forma restringida, la delincuencia también está de retorno y los rateros se pusieron en modo de ‘reactivación’.
Los delincuentes también tienen su ‘fase 1’ y hay que estar prevenidos porque cuando ingresen a la segunda etapa, a planificar mejor sus asaltos y robos, la situación puede alcanzar niveles alarmantes. Según información oficial, a inicios de abril, con la inmovilización social obligatoria, en Lima se registraron 290 denuncias por robo, pero en mayo la cifra subió a 800.
Esa tendencia está como el Covid. Hay robos en las colas de los bancos y en los mercados, en los puentes y paraderos, asaltos en farmacias y minimarkets. Debemos tener mucho cuidado cuando vayamos a esos lugares, estar alertas y evitar siempre los riesgos. Los hampones son bien osados y ahora que nadie en la calle puede andar sin mascarilla, ellos pasan más desapercibidos y pueden actuar por sorpresa.
Ayer, una banda ingresó en la noche a una cafetería del centro de Lima, a solo dos cuadras de Palacio de Gobierno. Robaron pollo, carne de res, licores y hasta tuvieron tiempo para cambiarse de ropa, comerse unos bizcochos y tomarse unas cervezas. Además del ciudadano de a pie, también deben cuidar mucho sus locales los dueños de restaurantes, pollerías, cafeterías, bodeguitas y otros negocios pequeños, pues los rateros están cambiando sus modalidades y siempre salen con una sorpresa”. Gary tiene razón. Los delincuentes son como el coronavirus. Me voy, cuídense.