TROME | Pancholón en Miami
TROME | Pancholón en Miami

El Chato Matta llegó al restaurante por un poderoso sancochado con carne de res, choclo, papa y un choricito que le da un rico sabor al caldo. Para calmar la sed pidió una jarrita con chicha morada.

“María,es un personaje de aquellos. Me timbró cerca de la medianoche del jueves. ‘Papá, me gritó, vente volando que voy a abrir un Cartavio XO. Mañana me voy a Miami para seguir a mi selección en la Copa América y de paso celebramos por adelantado el Día del padre. Apura papáaaaa, somos los que somos…’.

Cuando llegué el gordito ya estaba movido de tanto ron y bailaba con la puerta abierta de su camioneta. ‘Me gusta la farra y las mujeres buenas/ Vivir con amigos, vaciando botellas/ Me gusta la vida, me encanta el amor/ Soy aventurero con el corazón/ Y a mí me gusta la parranda, a mí gustan las mujeres...’.

‘Chatito, en Miami me va a recibir mi hermano Kike Paravicino, el mejor anfitrión de la ciudad, quien es diez puntos. He viajado tantas veces a Estados Unidos que ya ni me acuerdo. Varias coloraditas me lloraban para que me quede allá, pero no cambio mi Perú por nada.

Si me dan a elegir entre Nueva York y la Trinchera, me quedo con la Trinchera, con su olor a pichi. Me preguntan por South Beach y más me divierto de noche en la Costa Verde y en La Posada donde hago mi famoso salto del chanchito. Lo bueno es que allá también campeono.

Un día estaba de shopping por Ocean Drive, en Miami, y no me di cuenta de que una rubia de 1.80 no me quitaba la mirada de encima, me alucinaba de pies a cabeza. Me hacía juego de luces y saqué a relucir mi repertorio de más de 30 años de caminante. ‘I like you (me gustas)’, me dijo en su inglés sensual.

Le saqué la lengüita, que es el idioma universal de los tramposos, y ella sonrió. Sacamos los celulares y al día siguiente nos fuimos en un yate, pedí champán y dejé bien a los peruanos. ‘Sigue Perúuuu, sigue, dale, ohhhh, my God’.

Recordé mi época de oro cuando mi programa radial tenía auspiciadores como Petroperú, que me pagaban miles de dólares y viajaba por Sudamérica transmitiendo partidos de la Copa Libertadores y las Eliminatorias.

Paraba en salsódromos y me daba la gran vida. Había una mancha que me seguía a todos lados. Pero cuando los auspiciadores me cortaron el caño, cerró mi programa radial y ya no podía pagar las cuotas del carro, desaparecieron todos los chupamedias.

La vida es una ruleta, estás arriba o abajo. Igual es con las mujeres. Nunca te regales como si estuvieras mendigando un poco de cariño. Eso es para Chotillo. Ellas deben llegar a ti solitas. Mi táctica es carisma, floro, chispa y mis historias.

‘Salud, peruanito lindo’, me dijo la bella Tracy en su español masticado. Terminé y me quedé vacío mirando el mar. Me vino la pensadora y me acordé de la ‘tóxica’, quien está obsesionada conmigo y en las madrugadas me muerde mi cuello y me dice: ‘Gordito, hazme el amor otra vez’.

En Estados Unidos todo es dólares, trabajo full time, la gente ni te saluda; si no tienes carro, no vas a ningún lado’... Ayer en la tarde sonó mi celular y era el gordito. ‘Papáaaaa, ya estoy en Miami, dame que te doy, campeono en una, ya te contaré…’”. Ese señor Pancholón es un tremendo sinvergüenza. En todos lados hace sus cochinadas. Me voy, cuídense.

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