El fotógrafo Gary llegó al restaurante por su causa rellena de atún y su seco de cordero, con su jarrita de refresco de maracuyá. “María, en estos tiempos la vida es mucho más agitada que antes. Nos exigimos demasiado, pues con esto de la tecnología y la necesidad de ahorrar tiempo, en casi todas las carreras, sean profesionales o técnicas, muchas personas tienen que adelantar trabajo en casa, en el carro o hasta cuando están en su día de libre, descansando o en alguna diversión.
A ese agotamiento se suman las múltiples actividades familiares y sociales, que se pactan a la velocidad de un rayo a través del celular, el ‘wasap’ u otras redes sociales. De tal manera que vivimos apurados porque el tiempo no nos alcanza.
Así, las personas sufren con frecuencia trastornos psicológicos que se pueden confundir con un simple agotamiento físico o mental, estrés u otras afecciones que no solo necesitan descanso, sino -incluso- apoyo profesional.
Está, por ejemplo, el síndrome de burnout o ‘trabajador quemado’, un estado de agotamiento físico, emocional o mental que incapacita. O el llamado ‘workaholics’ (obsesión por el trabajo), ortodexia (por comer saludable), ciberdependencia (videojuegos e internet) y síndrome de Ulises (necesidad de viajar constantemente), entre otros. Aquí te dejo unos tips para tus lectores.
- No compares tus momentos malos con los momentos felices de otros. Vive tu vida, tú eres un ser único.
- Elimina de tu vocabulario las palabras ‘debería’ y ‘tendría que’. Hasta donde puedas, ponte metas realistas y disfruta el momento. Recuerda, no eres un robot.
- No te preocupes por lo que no puedes controlar. Enfócate en lo que te corresponde y está dentro de tus posibilidades. Deja lo demás a un lado.
- Deja de pensar en todo lo malo que pueda suceder. Según los psicólogos, ‘la ansiedad sobrevalora el riesgo y no valora tu capacidad para afrontarlo’.
- No eres propiedad privada de nadie. Tienes derecho a decir hasta dónde puede llegar el otro en su relación contigo y decir ‘no’ en cualquier momento.
- No puedes cambiar a las personas, pero sí la forma en que interactúas con ellas. Se puede influir en otras personas, pero solo hasta cierto punto.
- Permítete fracasar. Equivocarse o fallar es normal, la perfección no existe. En realidad, de los errores se aprende.
- El lugar donde estás no es lo que eres. No te define, puede que estés sin trabajo, pero eso no te convierte en inútil”. Tiene razón mi amigo Gary. Me voy, cuídense.