El fotógrafo Gary hizo una pausa en su trabajo para comunicarse con una videollamada por ‘wasap’. Según me cuenta, ve mucha irritabilidad y desconcierto en las calles, conducta que puede hacer que la gente se desconcentre y pierda el rumbo en la lucha contra el virus.
“María, la calma es un estado de serenidad o quietud en el que nuestra mente logra tener dominio de nuestras emociones. Esta situación hace que pensemos mejor antes de dar una respuesta ante determinada circunstancia. En medio de esta pandemia –y también después de ella– es importante no perder la calma. En las redes se leen comentarios de personas que indican que el miedo y el desconocimiento son tan peligrosos como el virus. Y es verdad. El temor puede anular nuestra capacidad de respuesta y, por otro lado, si no nos informamos sobre las formas de contagio y la evolución de la pandemia en nuestra localidad, el país y el mundo, no sabremos qué hacer para cuidarnos y cómo colaborar para contribuir con la lucha contra la plaga. Es necesario mantenerse tranquilo y relajado en la medida de lo posible y tener la cabeza fría. Es como mirar el panorama por una ventana para analizar la situación, lo que nos permitirá pensar y decidir mejor qué vamos a hacer.
Aquí te dejo unos tips para tus lectores.
- Respira hondo. El control de la respiración es fundamental para mantener la calma. Cuando estamos bajo presión, dejamos de respirar porque automáticamente el cuerpo se prepara para el ataque o la huida.
- Tómate un tiempo para decidir. Muchas veces nos precipitamos y actuamos irracionalmente. Hay que distanciarse por un momento de la situación. Es mejor esperar, tener paciencia para decidir lo mejor.
- Busca el sentido lógico. Te dará mayor capacidad y seguridad para plantear alternativas de solución más concretas y realistas. El orden de las ideas, la estructura del pensamiento, es fundamental en las acciones.
- Concéntrate en una cosa. Ante las situaciones complicadas, las ideas pesimistas se juntan y nos hacen perder la perspectiva. Hay que pensar primero en lo principal del problema, en la realidad actual, para después separar las causas y calcular las consecuencias.
- Aprende a ser objetivo. Puede ayudarte imaginar la situación como si tú no estuvieras en ella. Pensar en que el protagonista fuese otra persona y te pide un consejo. Eso te ayudará a no exagerar las cosas.
- Piensa qué haría alguien que admiras. Puede ser desde un familiar o amigo, que se caracteriza por su ponderación y eficacia en sus acciones, hasta un filósofo”.
Gary tiene razón. Ante situaciones difíciles hay que pensar con la cabeza y no con el corazón. Me voy, cuídense.