Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una parihuela de mariscos acompañada de arrocito blanco y, para tomar, una manzanilla calientita. “María, nuestra selección ya no tiene el nivel de cuando estaban ‘Foquita’ Farfán, Cuevita y el mismo Guerrero en gran momento. El equipo no se ha renovado y así disputará la Copa América.
Encima, perdemos al capitán Renato Tapia por un problema que considero tonto y que no pasa en otros seleccionados. Fue porque no le pagaron un seguro que le garantice una fuerte suma de dinero si resultaba lesionado en el torneo que se disputará en Estados Unidos.
La Federación Peruana de Fútbol, en las manos del impresentable Agustín Lozano, da vergüenza. A este dirigente le acaban de embargar cinco propiedades en la investigación que se le sigue por enriquecimiento ilícito cuando fue alcalde del distrito chiclayano de Chongoyape, en La Libertad.
¡Cómo un personaje de esta categoría pudo llegar a lo más alto del ente que dirige al fútbol peruano y a la selección!
Aún no se sabe con claridad los pormenores del problema, pero supongamos que si Tapia exigía un seguro demasiado caro, como se está deslizando, Lozano tenía que lograr un acuerdo satisfactorio para ambas partes, pues su obligación como dirigente es garantizar que la selección compita con todo su poderío.
Ahí se ve la muñeca y capacidad de un dirigente. Y en el caso de Tapia, él tiene todo el derecho de exigir lo mejor para él y lo apoyo. Una lesión grave podría truncarle la carrera y es lógico que quiera estar asegurado por él y su familia. Pero creo que también pudo poner más de su parte para quedarse en la selección.
Me parece que se desembarcó de la Blanquirroja con bastante facilidad. Viendo este caso no puedo evitar recordar a ‘monstruos’ como el ‘Cholo’ Sotil en Perú, o el mismo Maradona en Argentina, que desafiaban a sus equipos y se escapaban para defender a sus seleccionados.
Compraban los pasajes con su plata y jugaban sin seguros, solo por el orgullo y el gusto de defender a su país. Me dirán que son otros tiempos y lo entiendo. Pero también sé que cuando hay verdadero amor, en este caso por la selección, que dos adultos se pongan de acuerdo no puede ser imposible”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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