Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un cebichito clásico, acompañado de zarandaja, camote y, para tomar, un emoliente calientito. “María, viene causando bastante polémica el proyecto de ley del congresista Juan Burgos, de Avanza País, que plantea procesar a los menores de 16 años como si fueran adultos. Incluso, propone dar cadena perpetua a los adolescentes que asesinen o participen en otras actividades delictivas en colaboración con una banda criminal.
Están quienes se muestran en contra, señalando que aprobar ese proyecto sería vulnerar la Convención de los Derechos del Niño. Así, el Ministerio Público emitió un comunicado afirmando que la propuesta vulnera compromisos internacionales de defensa y protección de los derechos de los niños y adolescentes que el Estado peruano asumió en 1990.
Creo que todos coincidimos en que los niños deben ser protegidos y guiados por el buen camino.
Los derechos de los pequeños y de los adolescentes tienen que ser respetados por sobre todas las cosas.
Pero también tenemos que reconocer que estas consideraciones deben cambiar cuando hablamos de chicos de 16 años que asesinan a sangre fría, con alevosía y premeditación, que no se arrepienten, sino que se jactan de ello y se preparan para perpetrar su siguiente homicidio. A esos las leyes no los pueden tratar como a cualquier adolescente infractor que puede ser internado en una correccional con otros menores, por ejemplo, por robar un celular.
Hay menores que violan a niñas pequeñitas, que las torturan. ¿Esos deben ser tratados como chicos ‘difíciles’? Hay límites en todo y debemos aceptar, aunque a algunos no les guste, que hay menores de edad que son irrecuperables, que hacen muchísimo daño y que son un verdadero peligro para la sociedad.
No los podemos ver como a chicos comunes. El proyecto de ley debe ser debatido en profundidad, teniendo en cuenta que hay menores de 16 años, lamentablemente, que no tienen arreglo, aunque vengan expertos a decirnos lo contrario”. Gary tiene razón. Me voy. Cuídense.
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