Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un arroz con pato a la chiclayana y salsa criolla. Para tomar pidió una jarrita de limonada. “María, hace unos días el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, afirmó que el dictador Nicolás Maduro vació las cárceles de Venezuela y envió a los peores criminales a Estados Unidos y otros países de la región.
Solo en el Perú hay millón y medio de venezolanos. Por supuesto, la gran mayoría son esforzados trabajadores y profesionales que llegaron huyendo del hambre y la falta de oportunidades, pero entre ellos se infiltraron cientos de asesinos, extorsionadores, violadores y narcotraficantes, muchos de la organización criminal el Tren de Aragua.
Si bien el Perú ya vivía una ola delictiva, la llegada de delincuentes venezolanos, con toda su crueldad, empujó los índices a niveles nunca antes vistos. Hoy, prácticamente no existe ciudad del país que no tenga problemas de seguridad.
Es más, nuestros hampones locales aprendieron de los venezolanos y colombianos. ‘Te mando la moto’, fue una frase que se hizo popular para denotar el envío de sicarios a fin de matar a una persona. Antes eso no ocurría en el Perú. Menos las extorsiones, que uno veía como algo que solo ocurría en otros lugares. Esa política de fronteras abiertas adoptada por el breve gobierno de Pedro Pablo Kuczynski fue fatal. Así ingresaron sin ningún control las peores lacras de la tierra, hampones que no dudaban en cortar la cabeza de sus víctimas y encima se grababan.
¿Qué hacer con ellos? Lo que hace Trump, sacarlos del país o meterlos a la cárcel. Para eso necesitamos penales más seguros. Y, pese a que muchos se oponen porque será caro, no hay mejor prisión que El Frontón. Allí no habrá antenas repetidoras de Internet ni comunicaciones.
Ayer asesinaron a otro chofer de transporte público. Si agarran al asesino, será enviado a una cárcel por pocos años. Saldrá con el 2x1 en menos de su condena. Y allí dentro aprenderá más delitos. Los asesinos no deben salir nunca más. Los hampones deben tener miedo a la autoridad”. Bien por Gary. Me voy, cuídense.
