Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por una parihuela de pescado con langostinos, pulpo, cangrejos y choritos con jugo de limón, rocoto en rodajas y, para tomar, un emoliente calientito. “María, vi la sentencia de 21 años de prisión que el Poder Judicial dictó para el cumbiambero John Kelvin y me dejó serias dudas.
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Te aclaro que condeno cualquier tipo de abuso a las mujeres y lo que él hizo debe ser castigado de manera ejemplar, con cárcel. Es acusado de haber golpeado y abusado sexualmente de la madre de sus hijas, la cubana Dalia Durán.
Él niega que la haya ultrajado y su abogado señala que aunque Durán en un primer momento hizo esa grave acusación, después ella misma dijo que no era cierto. No voy a defender a John Kelvin en este punto tan delicado, solo expongo los hechos.
Sin embargo, coincido con los expertos en derecho que han señalado que su condena de 21 años de encierro es ilógica y abusiva. “Es una sanción desproporcionada que afecta al debido proceso y, por lo tanto, es inconstitucional.
El sistema de justicia está colapsado y la referida sentencia es una expresión de esto, porque no hay capacitación (de los jueces), no se aplica el derecho. Esto (la condena de 21 años), va a ser modificado por la Corte Suprema, porque es absolutamente intolerable. Las penas deben ser justas”, señaló el abogado Aníbal Quiroga.
Todos conocemos casos de sanguinarios delincuentes que han perpetrado sangrientos asaltos a mano armada y que, no obstante, los jueces los mandan a su casa con arresto domiciliario que ellos se encargan de violar una y otra vez, pues salen de sus casas para seguir asaltando y dañando a las personas.
EL CASO DE SOLSIRET RODRÍGUEZ
Incluso, hay homicidas que no han recibido ni diez años de cárcel. Sin ir muy lejos, hace poco vimos con estupor cómo la justicia puso en libertad a los asesinos confesos de Solsiret Rodríguez, a quien además descuartizaron, solo porque se venció su prisión preventiva.
Por lógica común, pues no hace falta ser abogado para darse cuenta, el asesinato es un crimen muchísimo peor que el delito cometido por John Kelvin con su esposa. Repito, María, que él debe ser castigado con todo el peso de la ley, pero en la medida justa.
De lo contrario, la gente le seguirá perdiendo el respeto a nuestra justicia. En el caso del cantante, da la impresión de que se ensañan con él solo porque es conocido, porque es mediático. Es como si quisieran mandar el mensaje de que las autoridades de justicia sí trabajan y sancionan con mano dura. Pero se equivocan”. Gary tiene razón. Hay que ser justos para aplicar justicia. Me voy, cuídense.