El Chato Matta
El Chato Matta

El Chato Matta llegó al restaurante por sus ricos pallares con un sabroso costillar, arrocito blanco y ajicito molido. Después se tomó una chicha morada al tiempo.

“María, me encontré con mi amigo del barrio, Juancito. Lo conozco desde el colegio, era mi compañero de carpeta, bien estudioso, y sus viejos no lo dejaban ni salir, por eso no tuvo mucha calle, pero sí suerte, pues se casó con una chica de su universidad, bien seriecita. Ambos estudiaban administración de empresas y Rosa, la esposa, se dedicó al hogar y a apoyarlo en un negocio de importación en Gamarra. Mi amigo era ‘mosca’, viajaba a China y traía diversas mercaderías en contenedores, que se vendían como ‘pan caliente’. Como sus hijos entraron al colegio, Rosa se quedó en su casa y ya no iba a apoyarlo. Necesitaba una asistente y se lo comentó al ‘charapa’ del barrio. ‘Justo tengo una prima que va a venir a Lima, ella es bien chamba compadre’. ‘¡Sale!’, le dijo Juancito. Con el fruto de su trabajo, mi amigo se había comprado su buena casa en San Borja y tenía su camioneta cuatro por cuatro.

Cuando vio a Alelí, la prima del ‘charapa’, casi le da un infarto. Tenía un aire a Macarena, la rubia del ‘Rayo’ de la selección, pero con mejores piernas y más quebradita. Ni bien se presentaron, ella le dio un beso que le rozó los labios. Al toque hubo ‘click’. Juancito cambió por completo. Su esposa empezó a sospechar porque antes le mandaba su taper, ya que había microondas en la oficina. Pero desde que llegó Alelí traía la comida intacta y después le dijo: ‘Ya no me mandes comida, por Glovo pido delivery’.

Todo se empezó a salir de control porque Alelí comenzó a ganar terreno y le pedía ‘cenas románticas’ en las noches. Mi ‘pata’ llegaba en tragos y chupeteado a su casa, y todavía se ponía atrevido con Rosita, quien lo conoció misio cuando no tenía nada. La esposa lo desconocía. Lo peor es que a los cinco meses de relación, Juancito a escondidas compró un departamento en Chorrillos ¡¡y lo puso a nombre de la amante!! ‘Este va a ser nuestro nidito de amor, papi, tu esposa nos lo puede quitar, mejor ponlo a mi nombre’, le dijo la cuerpona. Pero ella al toque mandó traer a su mamá y hermano, un vago que paraba todo el día echado en el sofá. Ya no tenían ni intimidad. Y lo peor es que como hizo tantos gastos por la mujer, le empezó a ir mal en el negocio y tuvo que vender la camioneta para pagar las deudas que lo tenían ahorcado. Una noche, cuando Juancito llegó y quiso ingresar al departamento, la llave no le hacía, habían cambiado la chapa. En eso salieron la mamá y el hermano vago. ‘Qué quiere usted, señor, ya le hizo perder mucho tiempo a mi hija, ella es joven y usted un viejo papel quemado, ya no la moleste y no vuelva más por aquí, sino llamamos a la policía’.

Pobre Juancito, en mi carrito se puso a llorar de rabia. Su esposa Rosa estaba dolida y es de las que no perdona infidelidades. Lo botó de su hogar. Increíble, mi amigo perdió todo por una mujer interesada que nunca lo amó y luego lo arrojó como un trapo sucio”.

Pobre señor Juan, pero él solito se puso la soga al cuello. Me voy, cuídense.


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