Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por sus tallarines rojos con pollo, parte pierna, papa a la huancaína y su jarrita de emoliente heladito. “María, me encontré con el mítico periodista de Policiales del diario, 'El Sonámbulo'. Estaba con su clásico gabán gris, mismo actor de películas antiguas de detectives, como Humphrey Bogart. ‘Gary, me parece que volvemos a los años ochenta, cuando imperaba la siniestra industria del secuestro. 

Recuerdo el caso del hijo del empresario Scavino. Plagiaron a su hijo y para presionarlo a pagar el rescate, fotografiaron el mismo instante en que le cercenaban la oreja y mandaron la imagen a sus padres. Mil veces malditos. Se copiaron de los secuestradores del nieto del multimillonario norteamericano Jean Paul Getty Sor. A los padres del adolescente le mandaron su oreja en un sobre.

Pero en el último mes hubo dos hechos similares que terminaron en terribles muertes. El del periodista y el más reciente, el del estudiante de inglés de 19 años, . Lo del periodista, más parece una venganza pasional, por la ferocidad y crueldad, al punto de desaparecer su cabeza y las piernas. Ese no fue un acto con fines de lucro. Lo secuestraron para matarlo de la manera más horrible y desaparecerlo de la faz de la tierra.

El caso del estudiante tampoco parece un clásico secuestro por plata, pese a que los malhechores pidieron 20 mil soles. Los sabuesos de Homicidios sostienen que el joven ya estaba muerto desde el viernes, el día que lo plagiaron y que cuando sus captores se comunicaron por su WhatsApp pidiendo el dinero, ya había sido asesinado. Pudo ser una venganza. ¿Quién pudo odiar tanto a un muchacho que andaba en skate todo el tiempo, pertenecía a una iglesia y tocaba guitarra? Su madre es una médico cirujano y su padre, abogado, un exjuez en Puno. 

¿Podría ser que alguien se cobró una vieja revancha por algún fallo adverso del juez? Porque los llamados ‘secos’ tienen sus tarifas y por el muchacho, cuyos padres son profesionales, tranquilamente piden de cincuenta mil dólares para arriba. ‘Hipotequen su casa, pidan préstamos a sus familiares’, ordenan. Tirar el cuerpo en San Juan de Lurigancho para que lo encuentren rápido, parece ser un mensaje macabro de odio. Lo que me perece inaudito es que ninguna autoridad del Ministerio del Interior se haya acercado a darle el pésame a los padres y prometer que pronto esos malditos estarán tras las rejas. Para los secuestradores debería haber cadena perpetua como en Estados Unidos”. Pucha, me voy triste y asustada con la terrible inseguridad ciudadana. Cuídense.

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