
Mi amigo, el fotógrafo Gary, llegó al restaurante por un chaufa de mariscos y wantán frito. Para tomar pidió una jarrita de chicha morada. “María, el gobierno no debe bajar la guardia ante la ola delictiva que flajela al Perú. Por ello, hay que resaltar el trabajo del coronel Víctor Revoredo, jefe de la División de Investigación de Extorsiones, quien ha empezado a identificar los números de celulares usados por los extorsionadores para exigir cupos a comerciantes, empresarios y transportistas en Lima y el Callao.
En base a ese trabajo, el fin de semana fue detenido César Omar Borja Vásquez, ‘Galleta’ o ‘Negro Se’, un sujeto vinculado a delitos de extorsión, secuestro y sicariato. Los detectives cuentan con una larga lista de teléfonos usados por las organizaciones criminales, en especial de los que están en poder de cabecillas presos en diversos penales. Poco a poco se están obteniendo resultados.
Lo que necesita la Policía es mayor apoyo, es decir, que tengan los equipos más modernos para ubicar a los criminales, para saber qué planean y con quién traman actos ilícitos. Asimismo, se debe reclutar a los mejores y más capacitados agentes. Incluso, deben ser enviados a realizar cursos en el Mosad israelí, el MI5 del Reino Unido o el FBI de Estados Unidos. Necesitamos mentes brillantes y honradas para sacarnos de esta situación, donde la delincuencia no deja de arruinarnos la vida.
El otro día conocí a un taxista que vive en Ancón. Me contó una situación horrible. ‘Amigo, me dijo, los venezolanos han vuelto a mi barrio. Extorsionan no solo a las bodegas o negocios. También a las viviendas. Si alguien tiene un buen carro o si posee un trabajo bien pagado, lo llaman para pedirle cupo de hasta 10 mil soles de inicial y cien soles semanales. A los que no hacen caso les balean la casa o arrojan bombas.
¿Usted se imagina el terror de las familias, de los hijos? ¿Quién los ayuda? Esa gente ya no es la misma’. Estamos en guerra contra el hampa. Nada de derechos humanos para esos inadaptados. Esas lacras no nos pueden vencer”. Gary tiene razón. Me voy, cuídense.
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